Economía circular en la Agenda Urbana Española

Las ciudades participan y son corresponsables de los impactos ambientales y el alto consumo de recursos naturales generados por el modelo económico lineal y, por lo tanto, deben jugar un papel esencial en la transición hacia un modelo económico circular que asegure la calidad de vida en las ciudades y haga de ellas un lugar atractivo para vivir.

Según Naciones Unidas, dentro de 20 años dos tercios de la población mundial se concentrará en las ciudades. En España este porcentaje ya se ha alcanzado y de sus 46.528.024 habitantes, el 80% se concentra en áreas urbanas, que suponen solo el 20% del territorio, situándose entre los países con un mayor porcentaje de población urbana de toda la Unión Europea. De ellas, el 25% vive en aglomeraciones urbanas superiores al millón de habitantes y el 17% en las ciudades más grandes. Además, tanto las pequeñas como las grandes áreas urbanas han experimentado buenos ritmos de crecimiento entre los años 2001 y 2016, creciendo un 18,8% en el caso de las pequeñas, y algo menos, del 16,2%, en el caso de las grandes.

La Agenda Urbana Española está enmarcada en un proceso internacional cuyo origen se encuentra en la aprobación, en septiembre de 2015, de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible . Con ella se quiere dar respuesta a los retos y necesidades que el mundo de hoy nos plantea.

De esta forma, los países adheridos, los representados en las Naciones Unidas, se comprometieron a cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para conseguir un futuro sostenible para todos. Éstos se interrelacionan entre sí e incorporan los desafíos globales a los que nos enfrentamos día a día, como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia.

En concreto, el ODS undécimo persigue lograr que ciudades y asentamientos humanos sean sostenibles, inclusivos, seguros y resilientes.

En Europa, el Pacto de Ámsterdam, aprobado en la Reunión Informal de Ministros de Desarrollo Urbano de la UE, celebrada el 30 de mayo de 2016, aprueba la Agenda Urbana de la Unión Europea. Ésta se plantea desde una perspectiva claramente operativa, orientada hacia 3 objetivos concretos puestos de manifiesto en el resultado de la consulta pública, llevada a cabo en el segundo semestre de 2014, sobre el desarrollo de la Agenda Urbana de la UE, y que son: avanzar hacia una mejor legislación y un mejor proceso de elaboración normativa en Europa que incorpore la dimensión urbana; asegurar una mayor coherencia entre las distintas políticas con incidencia en las ciudades; y mejorar el conocimiento del fenómeno urbano, el intercambio de experiencias y fortalecer el seguimiento de los procesos de desarrollo urbano.

En este contexto, España inicia el proceso para la Implementación de la Agenda 2030, proceso en el cual tiene un lugar destacado la Agenda Urbana Española.

En cuanto al decálogo de Objetivos Estratégicos que propone la Agenda Urbana Española se encuentran:

  1. Ordenar el territorio y hacer un uso racional del suelo, conservarlo y protegerlo.
  2. Evitar la dispersión urbana y revitalizar la ciudad existente.
  3. Prevenir y reducir los impactos del cambio climático y mejorar la resiliencia.
  4. Hacer una gestión sostenible de los recursos y favorecer la economía circular
  5. Favorecer la proximidad y la movilidad sostenible.
  6. Fomentar la cohesión social y buscar la equidad.
  7. Impulsar y favorecer la economía urbana.
  8. Garantizar el acceso a la vivienda.
  9. Liderar y fomentar la innovación digital.
  10. Mejorar los instrumentos de intervención y la gobernanza.

La Agenda Urbana Española es un documento estratégico, sin carácter normativo y, por tanto, de adhesión voluntaria, que, de conformidad con los criterios establecidos por la Agenda 2030, la nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas y la Agenda Urbana para la Unión Europea persigue, el logro de la sostenibilidad en las políticas de desarrollo urbano. Constituye, además, un método de trabajo y un proceso para todos los actores, públicos y privados, que intervienen en las ciudades y que buscan un desarrollo equitativo, justo y sostenible desde sus distintos campos de actuación.

No hay que olvidar que las ciudades son el gran centro motor de la economía y son el principal foco de consumo de recursos naturales (75%), de producción de residuos (50% de la producción global), y de generación de entre el 60% y el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, tal y como recoge Naciones Unidas en su informe “Resource Eficiency as Key Issue in the New Urban Agenda”.

Dentro del 4º objetivo estratégico, referente a hacer una gestión sostenible de los recursos y favorecer la economía circular, se hace alusión al metabolismo urbano, la gestión del agua, los residuos y la agricultura de proximidad.

Al respecto, relaciona la eficiencia con el metabolismo urbano, en el sentido de que el uso y la gestión de los recursos naturales deben alcanzar la máxima eficiencia, mientras garantizan la mínima perturbación de los ecosistemas. Asimismo, implica a distintas disciplinas en la creación de escenarios ahorradores o despilfarradores de energía, entre otras la ordenación del territorio, el urbanismo, la movilidad, la edificación, los flujos de agua, los materiales usados y los residuos generados.

Referente a los residuos, según la Nueva Agenda Urbana, un modelo de gestión de los mismos con criterios de sostenibilidad tratará de aplicar la jerarquía de residuos, especialmente, la prevención y reducción y la reutilización y el reciclaje, lo que permitirá́ avanzar en una sociedad eficiente en el uso de los recursos que reduce, a su vez, el impacto contaminante y que mejora la disponibilidad de materias primas. En este punto hace alusión a los objetivos que persigue la política europea para este sector y que se incluyen en el Paquete de Economía Circular:

  • Alcanzar tasas de preparación para la reutilización y reciclado de los residuos municipales de un 55% para el año 2025, de un 60% para el año 2030 y de un 65% para el 2035.
  • Alcanzar tasas de reciclaje obligatorias para todos los envases del 70% en el 2030, que se distribuirán del modo siguiente: en el caso de los envases de plástico el 55%, el 30% en la madera, el 80% en los metales férricos, el 60% en el aluminio, el 75% en el vidrio y el 85% en el caso del papel y el cartón.
  • Prohibir, para el año 2030, verter residuos reciclables.
  • Exigir que, para el año 2030, todos los envases de plástico sean reciclables.

Otro elemento necesario para contribuir a la gestión sostenible de los recursos y con el fin de favorecer la economía circular es la agricultura de proximidad, es decir, la que se relaciona con la capacidad de autoabastecimiento, la reducción de la huella agroalimentaria y la denominada soberanía alimentaria.

En este marco, el conjunto de objetivos específicos que se proponen para conseguir el 4º objetivo estratégico (esto es, hacer una gestión sostenible de los recursos y favorecer la economía circular) es el siguiente:

  1. Ser más eficientes energéticamente y ahorrar energía. Sus líneas de actuación son:
    • Apoyar la transición energética en y de las ciudades.
    • Contener e incluso reducir el gasto de energía, fomentar su ahorro y promover la eficiencia energética a través de planes, estrategias u otras medidas.
    • Incluir medidas de prevención y resiliencia que prevengan y reduzcan al máximo los riesgos energéticos.
    • Incluir objetivos de descarbonización.
    • Fomentar el uso de energías renovables térmicas.
    • Fomentar el uso compartido de redes de infraestructuras para los distintos servicios urbanos.
    • Fomentar el uso de la energía eléctrica.
    • Diseñar ordenanzas y alineaciones que propicien la ubicación inteligente de los edificios teniendo en cuenta las necesidades reales de los usuarios.
    • Contar con sistemas de energía resilientes, es decir, que toleren las posibles perturbaciones sin cortar el suministro de energía a los consumidores.
    • Facilitar el autoconsumo en cubiertas municipales, mobiliario urbano, aparcamientos en superficie, etc., y la incentivación del autoconsumo en las cubiertas de edificios privados a través de medidas fiscales en el ámbito local
    • Fomentar la contratación de servicios energéticos en los edificios públicos.
  2. Optimizar y reducir el consumo de agua. Sus líneas de actuación son:
    • Adoptar medidas para disminuir el consumo de agua y del gasto energético y emisiones asociados a la distribución y tratamiento del recurso.
    • Tratar y recuperar los cauces naturales de agua y los recursos subterráneos como base de los abastecimientos urbanos, aplicando, si es necesario, las nuevas tecnologías de tratamiento (osmosis inversa, nanofiltración) para alcanzar una máxima calidad.
    • Desarrollar una política de protección de las zonas de recarga de los acuíferos destinados total o parciamente al abastecimiento, evitando la implantación de actividades que puedan afectar a su calidad.
    • Respetar y valorar en la distribución de usos del suelo las zonas húmedas.
      Realizar estrictos seguimientos de los procesos territoriales y de las actuaciones que pueden generar contaminación difusa con posibilidad de afectar a los recursos de agua con destino a las ciudades.
    • Independizar, siempre que sea posible, los recursos superficiales para uso urbano, de los destinados a otros usos, protegiendo de modo efectivo las zonas de captación.
    • Adecuar la calidad del agua para cada uso concreto, fomentando la utilización de sistemas de aprovechamiento de aguas grises.
    • Fomentar la recogida selectiva, las redes separativas de saneamiento y asegurar la proximidad del usuario a dichos sistemas para favorecer esta actividad.
    • Construir sistemas de depuración de aguas no agresivos con el entorno. A nivel local, aplicar tratamientos que eviten la devolución del agua a la naturaleza contaminándola o destruyendo la biodiversidad.
    • Fomentar tipos edificatorios con menor demanda de agua y con sistemas de recogida y reutilización de aguas pluviales.
    • Utilizar sistemas de retención y filtración de aguas pluviales, fomentar el empleo de pavimentos permeables e incluir diseños de jardinería autóctona o ahorradora de agua mediante los sistemas eficientes de riego.
  3. Fomentar el ciclo de los materiales. Sus líneas de actuación son:
    • Conseguir un progresivo cierre de ciclos en el metabolismo de las ciudades, impulsando la reducción en origen de los residuos, la inclusión de criterios de “ciclo de vida” en el consumo de materiales y la reutilización y el reciclaje.
    • Fomentar el consumo responsable, las iniciativas de reparación, reutilización y re-fabricación y los sistemas colaborativos y compartidos de bienes y servicios.
    • Fomentar el empleo de materias primas secundarias y fácilmente reciclables procedentes de entornos locales.
    • Adoptar medidas para separar en origen y gestionar los residuos procedentes de la construcción e incorporarlos en las nuevas obras de edificación o rehabilitación cuando técnica, ambiental y normativamente sea posible, y fomentar la aprobación de planes de reutilización de los residuos de la construcción.
    • Potenciar la producción bajo los parámetros de ecodiseño (materiales ecológicos, reutilizables y valorizables) y fomentar su consumo.
    • Aprobar e implantar planes de renovación de infraestructuras municipales.
    • Proponer planes de actuación sobre las propias actividades a realizar en los servicios públicos.
    • Establecer criterios de compra publica circular en el ámbito local que permitan cerrar el ciclo de los materiales incluyendo la compra y uso de productos y materiales de segunda mano. En especial, habría que fomentar la utilización de los criterios sobre el ciclo de vida de los materiales en la contratación pública.
  4. Reducir los residuos y favorecer su reciclaje. Sus líneas de actuación son:
    • Potenciar el uso de sistemas de depósito, devolución y retorno, con el consiguiente ahorro de recursos e impactos ambientales y socioeconómicos.
    • Reservar desde el planeamiento las zonas más adecuadas para solucionar los problemas de recogida y tratamiento de los residuos y garantizar que existan, en cantidad y calidad suficientes. En especial, deberían preverse reservas de suelo para compostaje y tratamiento de residuos vegetales y biorresiduos.
    • Disociar la generación de los residuos del desarrollo económico mediante iniciativas de prevención de los residuos, con un uso más eficaz de los recursos y con un cambio hacia pautas de consumo más sostenibles.
    • Gestionar los residuos para reducir su impacto, obligando al tratamiento de los mismos (sean peligrosos o no).
    • Fomentar la separación en origen de los residuos textiles, de la fracción orgánica y proceder a la gestión de los mismos, así́ como potenciar las recogidas comerciales en origen.
    • Estudiar y aplicar nuevos modelos de educación ambiental para crear conciencia ambiental y sensibilidad hacia el consumo y la generación de residuos.

En definitiva, la Agenda Urbana Española busca inspirar e informar a los encargados de tomar decisiones desde una amplia visión que incluye a todos los pueblos y ciudades con independencia de su tamaño y población, y bajo el triple prisma de la sostenibilidad económica, social y ambiental.

Al respecto, indicar que la Federación Española de Municipios y Provincias también ha desarrollado un Modelo de Estrategia Local de Economía Circular, con la finalidad de unificar las recomendaciones para las Entidades Locales y Autonómicas, alineadas con las estrategias y planes nacionales e internacionales, en materia de Economía Circular.

Por otro lado, otras administraciones han realizado su propia Agenda Urbana, como es el caso de Cataluña. La Agenda Urbana de Cataluña se concibe como un instrumento que permita potenciar las oportunidades y afrontar los retos que plantea la creciente urbanización. Entre sus compromisos, se encuentra el referente al desarrollo urbano resiliente y ambientalmente sostenible.

 


lsorianomontagut@terraqui.com
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Abogada, licenciada en Derecho por la Universidad de Lleida (2000). Estancia de un año académico en la Università degli Studi di Ferrara (1998-1999). Master en Dirección urbanística e inmobiliaria por la UAB (2001) y Máster Profesional de Estudios Territoriales y Urbanísticos, con el diploma de Técnica Urbanista por la Universidad Politécnica de Cataluña, la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela de Administración Pública de Cataluña ( 2009). Cuenta con más de quince años de ejercicio profesional en la administración pública local y autonómica, y también en el ámbito privado desde el año 2012. Especialista en derecho administrativo, territorial y urbanístico. Secretaria de la Asociación Española de Técnicos Urbanistas desde el año 2015 y de su Agrupación Catalana. 10 años de ejercicio profesional fundamentalmente en la administración pública local y autonómica. Especializada en derecho administrativo, territorial y urbanístico.

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