Terraqui

25 años del primer boletín de TERRAQUI

Hace 25 años, Estudi Jurídic Ambiental, hoy TERRAQUI, publicó y procedió al envío de su primer boletín jurídico ambiental.

Esta publicación nació con la vocación de mantener informados a nuestros clientes y profesionales vinculados a la problemática ambiental de las últimas disposiciones legales a nivel europeo, estatal y autonómico, así como, en su caso, de la interpretación que los tribunales hacían de esta normativa. El boletín se enviaba a un total de 3.000 destinatarios, entre los que se encontraban empresas, administraciones y otras entidades de interés.

El boletín fue una apuesta del abogado y fundador de TERRAQUI, Christian Morron Lingl, quien también tuvo claro más tarde que, en el desarrollo de la era digital, era importante abrir un blog para poder seguir haciendo esta labor tanto informativa como pedagógica. Y es que en Terraqui, siempre se tuvo claro que era importante dar a conocer la enorme actividad legislativa ambiental que marca también el reflejo de una sociedad y actividades que necesitan actualizarse para afrontar los desafíos ambientales en los que estamos inmersos.

También entendemos que el blog y las redes sociales en las que participamos son una ventana a la concienciación ambiental ­-nuestra aportación en materia de responsabilidad social corporativa-, al ser un medio de divulgación de suscripción gratuita, en una materia, la jurídico-ambiental, muy dinámica, compleja y decisiva en la actualidad.

Y estamos contentos de que, 25 años después, el blog de TERRAQUI, que apareció con su primer post el 10 de febrero de 2014, se haya consolidado como un espacio informativo y de reflexión de referencia en materia de derecho ambiental, lo que nos ha abierto las puertas a medios de comunicación especializados y a un gran número de lectores, a quienes también agradecemos que nos acompañen en este proceso de aprendizaje.

 

Alexandra Farbiarz Mas

Preguntas y respuestas sobre la propuesta de Directiva de informes de sostenibilidad corporativa

Esta propuesta revisa la actual Directiva 2014/95/UE , de 22 de octubre de 2014, por la que se modifica la Directiva 2013/34/UE en lo que respecta a la divulgación de información no financiera e información sobre diversidad por parte de determinadas grandes empresas y determinados grupos (Directiva NFRD). En 2017, la Comisión publicó una guía para llevar a cabo dichos informes, del que nos hicimos eco en Terraqui focalizando nuestra atención en los aspectos ambientales de los mismos.

Además, la propuesta de Directiva modificaría, a su vez, cuatro disposiciones normativas preexistentes:

  1. La Directiva de Contabilidad.
  2. La Directiva de Auditoría.
  3. El Reglamento de Auditoría, para cubrir la auditoría de la información sobre sostenibilidad.
  4. La Directiva de Transparencia.

¿Cuáles son los principales objetivos de la propuesta?

  •  Contribuir a reducir los riesgos sistémicos para la economía.
  • Establecer una normativa coherente con el Plan de acción de financiación sostenible de la Comisión, de modo a que el sector financiero sea clave para lograr los objetivos del Pacto Verde Europeo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
  • Mejorar la asignación de capital financiero a empresas y actividades que abordan problemas sociales, sanitarios y ambientales,
  • Responsabilizar a las empresas para que se responsabilicen más de su impacto en las personas y el medio ambiente, lo que generará confianza entre ellas y la sociedad.
  • Mejorar los datos de las empresas sobre los riesgos de sostenibilidad a las que están expuestas, así como su impacto sobre las personas y el medio ambiente.
  • Como consecuencia del punto anterior, fortalecer las relaciones entre las empresas y la sociedad.
  • Crear oportunidades para que empresas, inversores, sociedad civil y otras partes interesadas mejoren su forma de informar y utilicen la información sobre sostenibilidad gracias a las tecnologías digitales.

¿Quiénes son los principales destinatarios de la información de sostenibilidad corporativa?

Los principales usuarios de este tipo de información divulgada por las empresas en los informes anuales son los inversores y las organizaciones no gubernamentales, los interlocutores sociales y otras partes interesadas: por una parte, los inversores, incluidos los administradores de activos, desean comprender mejor los riesgos y las oportunidades que brindan los problemas de sostenibilidad para sus inversiones, así como los impactos de esas inversiones en las personas y el medio ambiente; y, por otra parte, las organizaciones no gubernamentales, los interlocutores sociales y otras partes interesadas quieren que las empresas rindan más cuentas por los impactos de sus actividades en las personas y el medio ambiente.

Sin embargo, el marco normativo actual no asegura que se satisfagan las necesidades de información de estos usuarios. Esto se debe a los siguientes motivos: algunas empresas de las que los usuarios desean información sobre sostenibilidad no la reportan, mientras que muchas que sí reportan información sobre sustentabilidad no reportan toda la información que es relevante para los usuarios; cuando se reporta información, a menudo no es suficientemente fiable ni comparable entre empresas; la información es a menudo difícil de encontrar para los usuarios y rara vez está disponible en un formato digital legible por máquina; y no se aporta información sobre intangibles (por ejemplo, capital humano, marca y propiedad intelectual e intangibles relacionados con la investigación y el desarrollo), a pesar de que representan la mayor parte de la inversión del sector privado en las economías avanzadas.

Asimismo, en los últimos años, las necesidades de información de los usuarios han aumentado por los siguientes motivos:

  •  La creciente concienciación de los inversores acerca de la importancia de las cuestiones de sostenibilidad, pues pueden poner en riesgo los resultados financieros de las empresas.
  • El creciente mercado de productos de inversión, que buscan explícitamente ajustarse a ciertas normas de sostenibilidad o alcanzar determinados objetivos de sostenibilidad.
  • La aprobación de nuevas normativas, como el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles y el Reglamento de Taxonomía pues, como resultado de ambas normativas, los gestores de activos y los asesores financieros necesitan más información sobre sostenibilidad de las empresas en las que invierten.
  • Y, por último, es probable que la pandemia de COVID-19 acelere aún más el crecimiento de la demanda de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas. Por ejemplo, en lo que respecta a la vulnerabilidad de los trabajadores y la resiliencia de las cadenas de suministro.

¿Por qué no funciona la actual información sobre sostenibilidad de los informes no financieros?

Existe una brecha cada vez mayor entre la información sobre sostenibilidad que presentan las empresas y las necesidades de los usuarios a los que va dirigida esa información. Por un lado, los inversores no pueden tener suficientemente en cuenta los riesgos relacionados con la sostenibilidad en sus decisiones de inversión. Esto, a su vez, tiene el potencial de crear riesgos sistémicos que amenazan la estabilidad financiera. Por otro lado, los inversores no pueden canalizar recursos financieros hacia empresas con modelos y actividades empresariales sostenibles. Esto, a su vez, socava la consecución de los objetivos del Pacto Verde Europeo. Y también dificulta la capacidad de las partes interesadas para exigir a las empresas que rindan cuentas del impacto que tienen sobre las personas y el medio ambiente, creando un déficit de responsabilidad que puede socavar el funcionamiento eficiente de la economía.

La situación actual también es problemática para las empresas que deben informar. La falta de precisión de los requisitos actuales y el gran número de normas existentes dificultan que las empresas sepan exactamente qué información deben comunicar. A menudo tienen dificultades para obtener la información que ellas mismas necesitan de proveedores, clientes y empresas participadas. Muchas empresas reciben peticiones de información sobre sostenibilidad por parte de las partes interesadas, además de la información que comunican para cumplir con los requisitos legales vigentes. Todo ello genera costes empresariales innecesarios.

El objetivo de esta propuesta es, por lo tanto, mejorar la información sobre sostenibilidad con el menor coste posible, a fin de aprovechar mejor el potencial del mercado único europeo para contribuir a la transición hacia un sistema económico y financiero plenamente sostenible e inclusivo, de acuerdo con el Pacto Verde Europeo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Esto significa que las empresas de las que los usuarios necesitan información sobre sostenibilidad deben comunicarla, y que, a su vez, este deber de información debe referirse a toda aquella información que los usuarios consideren pertinente. Y, además, la información reportada debe ser comparable, fiable y fácil de encontrar y utilizar por los usuarios haciendo uso de las tecnologías digitales. Esto implica cambiar el estatus de la información sobre sostenibilidad para hacerla más comparable a la de la información financiera.

¿Qué ganarán las empresas con la nueva propuesta?

  •  Reducir los costes innecesarios de los informes de sostenibilidad y satisfacer la creciente demanda de información sobre sostenibilidad de manera eficiente.
  • Aportar claridad y certidumbre sobre la información de sostenibilidad que se debe comunicar, y facilitar la obtención de la información que necesitan para la elaboración de informes de sus propios socios comerciales (proveedores, clientes y empresas participadas).
  • Reducir el número de solicitudes de información sobre sostenibilidad que reciben las empresas.

¿Con qué otras directivas y reglamentos debe estar alineada la propuesta?

La nueva normativa debe ser plenamente acorde con el Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles  y el Reglamento de Taxonomía, que son los componentes centrales de los requisitos de información sobre sostenibilidad que sustentan la estrategia de finanzas sostenibles de la UE, para que, a su vez, se alinee con los objetivos del Pacto Verde europeo.

Por un lado, el Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles regula la forma en que los participantes en el mercado financiero (incluidos los gestores de activos y los asesores financieros) deben revelar información sobre sostenibilidad a los inversores finales y a los propietarios de activos. Para poder cumplir los requisitos del Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles –y, por lo tanto, para poder satisfacer en última instancia las necesidades de los inversores finales, incluidos los particulares y los hogares–, los participantes en el mercado financiero necesitan información adecuada de las empresas en las que invierten. Por lo tanto, esta propuesta tiene por objeto garantizar que las empresas participadas comuniquen la información que los participantes en el mercado financiero necesitan para cumplir sus propios requisitos de información exigidos por el Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles.

Por otra parte, el Reglamento sobre la taxonomía establece un sistema de clasificación de las actividades económicas ambientalmente sostenibles, con el objetivo de aumentar las inversiones sostenibles y combatir el lavado verde de los productos financieros. En particular, exige a las empresas que entran en el ámbito de aplicación del Reglamento sobre la clasificación de las actividades económicas ambientalmente sostenibles que revelen determinados indicadores sobre el grado de sostenibilidad de sus actividades de acuerdo con la taxonomía. Estos indicadores son complementarios a la información que las empresas tienen que revelar según la propia NFRD, y las empresas tendrán que comunicarlos junto con otra información sobre sostenibilidad exigida por la NFRD.

¿Cuáles son las principales novedades de la propuesta de Directiva respecto a la actual NFRD?

  •  Amplía el alcance de los requisitos de información a otras empresas, incluidas todas las grandes empresas y las que cotizan en bolsa (excepto las microempresas que cotizan). Así, además de las grandes empresas, a partir del 1 de enero de 2026, las pequeñas y medianas empresas que coticen en bolsa incluirán en el informe de gestión la información necesaria para comprender los impactos de la empresa en materia de sostenibilidad, así como para comprender el modo en que las cuestiones de sostenibilidad afectan al desarrollo, los resultados y la posición de la empresa.
  • Exige mayores garantías respecto a la información sobre sostenibilidad.
  • Especifica con más detalle la información que deben comunicar las empresas y exigirles que informen de acuerdo con las normas obligatorias de la UE en materia de sostenibilidad.
  • Garantiza que toda la información se publique como parte de los informes de gestión de las empresas, y que se divulgue en un formato digital y legible por máquina.
  • Se incorpora la definición de “factores de sostenibilidad”: toda información relacionada con cuestiones medioambientales y sociales, así como relativas al personal, y con el respeto de los derechos humanos y la lucha contra la corrupción y el soborno del Reglamento (UE) 2019/2088 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de noviembre de 2019 sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros.
  • Se incorpora la definición de “intangibles” como los recursos no físicos que contribuyen a la creación de valor de la empresa.
  • Se define “proveedor de servicios de garantía independiente” como un organismo de evaluación de la conformidad acreditado con arreglo Reglamento (CE) n o 765/2008 de 9 de julio de 2008.

¿Cuál será la información a revelar mediante los informes de sostenibilidad corporativa?

 Tal como recoge la propuesta en su articulo 19.2, los informes de sostenibilidad corporativa habrán de incorporar:

a) una breve descripción del modelo de negocio y la estrategia de la empresa, incluyendo:

i) la resistencia del modelo de negocio y la estrategia de la empresa a los riesgos relacionados con cuestiones de sostenibilidad

ii) las oportunidades para la empresa relacionadas con cuestiones de sostenibilidad

iii) los planes de la empresa para garantizar que su modelo de negocio y su estrategia sean compatibles con la transición a una economía sostenible y con la limitación del calentamiento global a 1,5 °C, de conformidad con el Acuerdo de París

iv) cómo el modelo de negocio y la estrategia de la empresa tienen en cuenta los intereses de las partes interesadas de la empresa y los impactos de la empresa en materia de sostenibilidad

v) cómo se ha aplicado la estrategia de la empresa en materia de sostenibilidad

b) una descripción de los objetivos relacionados con las cuestiones de sostenibilidad fijados por la empresa y de los progresos realizados por ésta para alcanzar dichos objetivos

c) una descripción del papel de los órganos de administración, gestión y supervisión en relación con las cuestiones de sostenibilidad

d) una descripción de las políticas de la empresa en relación con las cuestiones de sostenibilidad

e) una descripción de:

i) el proceso de diligencia debida aplicado en materia de sostenibilidad

ii) los principales impactos adversos reales o potenciales relacionados con la cadena de valor de la empresa, incluidas sus propias operaciones, sus productos y servicios, sus relaciones comerciales y su cadena de suministro

iii) las medidas adoptadas, y el resultado de las mismas, para prevenir, mitigar o remediar los impactos adversos reales o potenciales

f) una descripción de los principales riesgos para la empresa relacionados con las cuestiones de sostenibilidad, incluidas las principales dependencias de la empresa en relación con esas cuestiones, y la forma en que la empresa gestiona esos riesgos

g) indicadores pertinentes para la información mencionada en las letras a) a f).

Además, las empresas también divulgarán información sobre los intangibles, incluida la información sobre el capital intelectual, humano, social y relacional, e informarán del proceso llevado a cabo para identificar la información que han incluido en el informe de gestión.

Por lo que se refiere a su alcance, contendrá información prospectiva y retrospectiva, así como información cualitativa y cuantitativa y deberán tenerse en cuenta horizontes a corto, medio y largo plazo.

Y, en cuanto a las empresas matrices y filiales, existen especificidades. Así, según el artículo 17, quedarán exentas de obligación de informe de sostenibilidad las empresas filiales si dicha empresa y sus empresas filiales están incluidas en el informe de gestión consolidado de una empresa matriz. En el mismo sentido, una empresa que sea filial de una empresa matriz establecida en un tercer país también estará exenta de las obligaciones cuando esa empresa y sus empresas filiales estén incluidas en el informe de gestión consolidado de esa empresa matriz y cuando el informe de gestión consolidado se elabore de una manera que pueda considerarse equivalente.

¿Cuáles serán las normas para la elaboración de las memorias de sostenibilidad?

La Comisión adoptará actos delegados de conformidad con el artículo 49 para establecer normas de información sobre sostenibilidad. Dichas normas de información sobre sostenibilidad especificarán la información que las empresas deben comunicar de conformidad con los artículos 19 bis y 29 bis y, cuando proceda, especificarán la estructura en la que se comunicará dicha información. En particular:

a) a más tardar el 31 de octubre de 2022, la Comisión adoptará actos delegados en los que se especifique la información que las empresas deben comunicar de conformidad con los apartados 1 y 2 del artículo 19 bis, y en los que se especifique, como mínimo, la información correspondiente a las necesidades de los participantes en los mercados financieros sujetos a las obligaciones de información del Reglamento (UE) 2019/2088.

b) a más tardar el 31 de octubre de 2023, la Comisión adoptará actos delegados que especifiquen

i) la información complementaria que las empresas deberán comunicar en relación con las cuestiones de sostenibilidad y los ámbitos de información enumerados en el artículo 19 bis, apartado 2, cuando sea necesario;

ii) la información que las empresas deberán comunicar y que es específica del sector en el que operan.

En cuanto a las pequeñas y medianas empresas, la Comisión adoptará esos actos delegados a más tardar el 31 de octubre de 2023, para concretar sus obligaciones de información sobre sostenibilidad (art. 19.c).

En todo caso, la Comisión revisará, al menos cada tres años a partir de su fecha de aplicación, todo acto delegado adoptado en virtud del presente artículo, teniendo en cuenta el asesoramiento técnico del Grupo Consultivo Europeo en materia de Información Financiera, y, cuando sea necesario, modificará dicho acto delegado para tener en cuenta la evolución pertinente, incluida la de las normas internacionales.

A pesar de que a estos actos delegados aún les falten entre uno y dos años y medio para establecer cómo deberán concretarse del todo, la propuesta adelanta que las normas para la elaboración de memorias de sostenibilidad exigirán que la información que se comunique sea comprensible, pertinente, representativa, verificable y comparable, y que esté representada de manera fidedigna.

Para la elaboración de las memorias de sostenibilidad, deberán divulgar acerca de:

a) Factores medioambientales, incluida la información sobre:

i) Mitigación del cambio climático.

ii) Adaptación al cambio climático.

iii) Recursos hídricos y marinos.

iv) Uso de recursos y economía circular.

v) Contaminación.

vi) Biodiversidad y ecosistemas.

b) Factores sociales, incluida la información sobre:

i)Igualdad de oportunidades para todos, incluida la igualdad de género y la igualdad de remuneración por el mismo trabajo, la formación y el desarrollo de capacidades, y el empleo y la inclusión de las personas con discapacidad.

ii) Condiciones de trabajo, incluidos el empleo seguro y adaptable, los salarios, el diálogo social, la negociación colectiva y la participación de los trabajadores, el equilibrio entre la vida laboral y la personal, y un entorno de trabajo saludable, seguro y bien adaptado.

iii) Respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales, los principios democráticos y las normas establecidas en la Carta Internacional de Derechos Humanos y otros convenios básicos de derechos humanos de la ONU, la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y los convenios fundamentales de la OIT y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

c) Factores de gobernanza, incluida la información sobre:

i) El papel de los órganos de administración, gestión y supervisión de la empresa, incluso en lo que respecta a las cuestiones de sostenibilidad, y su composición.

ii) La ética empresarial y la cultura corporativa, incluyendo la lucha contra la corrupción y el soborno.

iii) Los compromisos políticos de la empresa, incluidas sus actividades de presión.

iv) La gestión y la calidad de las relaciones con los socios comerciales, incluidas las prácticas de pago.

v) Los sistemas de control interno y de gestión de riesgos de la empresa, incluso en relación con el proceso de información de la empresa.

 ¿Cuáles serán las consecuencias por incumplir las obligaciones de información de la propuesta?

El artículo 51 regula la imposición de sanciones por incumplimiento de presentación de los informes de sostenibilidad, dejando a los Estados miembros la responsabilidad de establecer sanciones aplicables a las infracciones de las disposiciones nacionales adoptadas de conformidad con la presente Directiva y de adoptar todas las medidas necesarias para garantizar la ejecución de dichas sanciones.

En cuanto a las características de las sanciones, deberás ser eficaces, proporcionadas y disuasorias y podrán consistir en:

a) una declaración pública en la que se indique la persona física o jurídica responsable y la naturaleza de la infracción.

b) una orden por la que se requiera a la persona física o jurídica responsable que cese la conducta constitutiva de la infracción y desista de cualquier repetición de la misma.

c) sanciones pecuniarias administrativas.

Conclusiones

La Comisión Europea, en su Plan de acción sobre finanzas sostenibles de 2018, se propuso adaptar el sistema financiero para conseguir avanzar hacia una economía más ecológica y sostenible. En este plan de acción se indicaba que “la transparencia de las empresas en materia de sostenibilidad no solo orientará a los participantes en el mercado, sino que también contribuirá a encaminar a las empresas en una dirección más sostenible y a largo plazo. Una mayor transparencia, respaldada por tecnologías innovadoras, capacita a los ciudadanos para comparar el comportamiento de las empresas en materia de sostenibilidad y permite a los inversores minoristas adoptar decisiones de inversión con conocimiento de causa”. Por ello, entre sus objetivos, figuraba “reforzar la divulgación de información sobre sostenibilidad”.

En la actualidad, la normativa europea relacionada con las finanzas sostenibles está en plena ebullición. Prueba de ello es la propuesta que acabamos de analizar, cuya importancia e impacto en el sector empresarial, de salir adelante, está fuera de toda duda. En este sentido, se prevé que, de aprobarse, la propuesta garantizaría que aproximadamente 49 000 empresas comuniquen dicha información (75% del volumen de negocios de todas las sociedades de responsabilidad limitada), en comparación con las 11 600 empresas actuales (47% del volumen de negocios de todas las sociedades de responsabilidad limitada); Y, se requeriría que todas las compañías grandes y la mayoría de las que cotizan en bolsa apliquen estándares de información no financiera y busquen garantías para la información reportada (en comparación, solo un 20% estimado de las grandes empresas aplican actualmente estándares y solo un 30% busca algún tipo de garantía).  Por ello, se estima que contribuiría a que la ciudadanía, en general, pudiese acceder y beneficiarse de un mejor acceso a información no financiera comparable, relevante y fiable de más empresas, reduciría los riesgos de invertir en el sistema financiero, aumentaría los flujos financieros hacia las empresas con impactos sociales y ambientales positivos, haciendo que las empresas actúen de un modo más responsable.

Es importante recordar que la información corporativa relacionada con la sostenibilidad, y, en concreto, la propuesta de Directiva analizada, es sólo una pieza más de un puzle complejo, que necesita del encaje preciso de todas sus piezas para resultar eficaz. Así, si la Taxonomía no resulta un instrumento adecuado para identificar nítidamente las actividades “sostenibles”, difícilmente esta Directiva y el resto de instrumentos que desarrollen el plan de acción de finanzas sostenibles cumplirán su cometido. De ahí la importancia de que los actos delegados del reglamento de Taxonomía, y el resto de instrumentos que se están presentando en virtud del Plan de acción de finanzas sostenibles, resulten adecuadamente configurados y reflejen lo que verdaderamente puede entenderse como “sostenible”. De lo contrario, como se afirma en una carta recientemente divulgada, firmada por miembros de un Grupo de científicos y expertos en medio ambiente y consumo, y miembros de la Plataforma de Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea en respuesta a la nueva propuesta de taxonomía, “la Taxonomía se convertiría en una herramienta de lavado verde en lugar de ser el estándar de oro en la lucha contra el lavado verde que se prometió que sería” .

Finalmente, la propuesta también incluye la obligatoriedad de presentar los informes en formato electrónico para que todos los públicos interesados puedan acceder fácilmente a los mismos, lo cual forma parte del plan de acción sobre la Unión de los Mercados de Capitales (COM(2020) 590 final).  La Comisión presentará una propuesta legislativa para crear una plataforma de acceso digital a escala de la UE a la información financiera y de sostenibilidad pública de las empresas (Punto de Acceso Único Europeo). En relación a esta plataforma, por ahora se ha hecho una consulta pública al respecto para conocer la opinión de los públicos interesados que terminó el pasado 24 de marzo. La presente propuesta complementa esa iniciativa, contribuyendo a la consecución de los objetivos de la Estrategia de Financiación Digital para la UE (COM(2020) 591 final), al exigir que la información sobre sostenibilidad comunicada se etiquete digitalmente.

Alexandra Farbiarz Mas

Entrevista a Terraqui para el programa de radio Vida Verde de RTVE

Aloia López Ferro, abogada de Terraqui, fue entrevistada el pasado 10 de abril por Pilar Sampietro, presentadora del programa de Radio Vida Verde.

En esta entrevista Aloia responde sobre las siguientes cuestiones:

  • Fondos Next Generation y mecanismos de recuperación y resiliencia: el perjuicio significativo al medio ambiente como instrumento de evaluación de los proyectos que presenten los Estado Miembros para acceder a dichos fondos.
  • El derecho ambiental: su potencial y su aplicación.
  • La oportunidad de la economía circular como cambio sistémico de la economía. ¿Cómo debemos entenderla?

Podrán acceder a la escucha de la entrevista a Aloia en el minuto 23 de este podcast.

Alexandra Farbiarz Mas

Finanzas públicas y exportaciones: 7 países europeos proponen repensar las reglas de juego para avanzar en la sostenibilidad

Una coalición ministerial para la acción climática formada por Alemania, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Reino Unido y Suecia propusieron en una reunión virtual el pasado 14 de abril, una declaración de principios denominada Export Finance for Future.

En esta declaración, después de repasar los riesgos que supone el cambio climático, los países afirman que para frenarlo quieren llevar a cabo iniciativas que apoyen el desarrollo de proyectos de exportaciones sostenibles en todos los sectores de la economía, con el fin de:

  • Facilitar las inversiones en tecnologías sostenibles y apoyar a las industrias innovadoras.
  • Descarbonizar el sector de la energía.
  • Fomentar infraestructuras resilientes climáticamente.
  • Implantar formas de transporte más limpias.
  • Apoyar la transición urgente de las industrias intensivas en carbono, en particular las que todavía dependen del carbón.
  • Acabar con la financiación oficial del comercio y la exportación dirigida a la energía que no disminuye el uso del carbón.
  • Acabar con la financiación oficial del comercio y la exportación de otras infraestructuras relacionadas con el carbón térmico, incluidas las minas y las infraestructuras de almacenamiento y transporte que contribuyen de manera significativa a la cadena de suministro del carbón térmico.
  • Revisar nuestro apoyo oficial al comercio y a la financiación de las exportaciones de las industrias de combustibles fósiles y evaluar la mejor manera de eliminar gradualmente el apoyo a estos sectores, teniendo en cuenta sus respectivas características.
  • Iniciar una revisión orientada al clima de sus respectivas actividades oficiales de comercio y financiación de las exportaciones, para tener una comprensión compartida y documentada de su impacto climático, y trabajar en la mejora de la transparencia de la información relacionada con el clima, en particular cuando se trata de la identificación de proyectos sostenibles.
  • Promover su iniciativa y colaborar con otros proveedores de financiación oficial del comercio y la exportación, en todos los foros pertinentes y, en particular, en la OCDE, con el fin de crear unas condiciones equitativas que tengan debidamente en cuenta la emergencia climática.

Esta declaración de intenciones resulta significativa en la medida que, si se llevaran a cabo las medidas propuestas, se cambiarían gran parte de las reglas del tablero de juego a nivel global, habida cuenta de la dependencia, por ejemplo, que tiene Europa, de los combustibles fósiles actualmente. Sin embargo, ¿se quedará en una mera declaración de intenciones o existen posibilidades reales de llevarlo a cabo?

Es innegable que el apoyo a las energías renovables y a la electrificación del sector automovilístico son un hecho. Sin embargo, esto, de momento no ha cuestionado el apoyo a las energías fósiles, como lo recoge el punto: “Revisar nuestro apoyo oficial al comercio y a la financiación de las exportaciones de las industrias de combustibles fósiles y evaluar la mejor manera de eliminar gradualmente el apoyo a estos sectores”. Precisamente, en este sentido, la respuesta de Amigos de la Tierra era crítica con la propuesta del gobierno francés respecto al “Lanzamiento del plan clima para la financiación de las exportaciones públicas”, que se presentó el pasado octubre de 2020. En este Plan, Francia se presentaba como el primer país en establecer una metodología propia para medir la huella de carbono de su cartera de garantías públicas de exportación, en base a tres ejes:

  • Puesta en marcha de una trayectoria de salida de la financiación de las energías fósiles en el extranjero.
  • Endurecimiento del apoyo a la exportación de las plantas de producción eléctricas, por lo que, a partir del 1 de enero de 2021, el Estado francés reservará su apoyo a la exportación solo para proyectos de centrales eléctricas en el exterior que mejoren el mix eléctrico en los países receptores.
  • Establecimiento de un mecanismo de bonus climático para los proyectos sostenibles.

Sin embargo, Amigos de la Tierra- Francia respondió al plan señalando que, en realidad, éste seguía apoyando financieramente nuevos proyectos petroleros hasta 2025 y gasísticos hasta 2035, lo cual va a impedir alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de no sobrepasar el 1,5ºC de calentamiento global en 2030.

Además, debemos recordar que el cambio climático no entiende de fronteras y requiere de la implicación y cambios a nivel global. En este sentido no resultan alentadoras las conclusiones del informe especial “The Production Gap”(La brecha de producción. La discrepancia entre la producción de combustibles fósiles planificada por los países y los niveles de producción mundial coherentes con la limitación del calentamiento a 1,5°C o 2°C), publicado por Naciones Unidas y varios Think Tank especializados en temas ambientales, dada su contundencia:

“Para seguir una senda coherente con 1,5 ºC, el mundo tendrá que reducir la producción de combustibles fósiles en aproximadamente un 6% anual entre 2020 y 2030. En cambio, los países están planificando y proyectando un aumento medio anual del 2%, lo que en 2030 supondría más del doble de la producción coherente con el límite de 1,5°C.”.

En la misma página web, se proporciona el siguiente gráfico que pone de manifiesto el apoyo a los combustibles fósiles por parte de los Gobiernos del mundo entero, entre los cuales se encuentran los de grandes potencias económicas, en los planes de recuperación del Covid-19:

Volviendo a Europa, hay que recordar que el Banco Europeo de Inversiones se comprometió en noviembre de 2019 con la acción climática, dejando de financiar proyectos energéticos con combustibles fósiles a partir de finales de 2021, acelerar la innovación en energías limpias, la eficiencia energética y las renovables. También declaró que se iban a destinar 1 billón de euros a la acción climática e inversión sostenible en materia de medio ambiente hasta 2030 y se alinearían todas las actividades de financiación con los objetivos del Acuerdo de París a partir de finales de 2020. El Parlamento de la UE recibió favorablemente este compromiso del BEI a través de la Resolución del Parlamento Europeo, de 28 de noviembre de 2019, sobre la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019 (COP25) en Madrid (España) (2019/2712(RSP)). En la misma resolución, en el punto 58, el Parlamento también instaba a que:

“Destaca la importancia de entablar conversaciones con países de todo el mundo que actualmente dependen de la exportación de combustibles fósiles, con miras a determinar cómo se podría aplicar una estrategia conjunta de seguridad energética y climática de manera que mejore las perspectivas de futuro de esas regiones.”

Hay que subrayar que Europa es un continente muy pequeño, por lo que la financiación pública de las exportaciones es una parte de la contribución, aunque muy significativa, respecto al impacto del comercio internacional. En este sentido se pronuncia la Comunicación de la Comisión publicada el pasado 18 de febrero: “Revisión de la política comercial- Una política comercial abierta, sostenible y firme” (COM) 2021 (66):

“Hacer frente al cambio climático y a otros retos medioambientales solo es posible a través de la apertura, la cooperación y la implicación a escala mundial. La UE no ganará la batalla contra el cambio climático actuando en solitario. Para tener éxito, conviene promover el entendimiento entre nuestros socios de que la transformación ecológica no solo es una necesidad a medio plazo, sino que a día de hoy ya constituye una política económica inteligente.”

Aún y así la Comunicación arroja datos sobre el peso de la UE en el comercio internacional:

La UE se basa en la apertura, tanto dentro de su territorio como fuera. Es el mayor exportador e importador de bienes y servicios a escala mundial. De las grandes economías, es la única en la que el comercio representa el mayor porcentaje de su economía. Las exportaciones de la UE mantienen treinta y cinco millones de puestos de trabajo en la UE, en comparación con los veinte millones del año 2000. La economía de la UE depende igualmente de las importaciones, que facilitan el acceso a materias primas fundamentales y otros insumos. El 60 % de las importaciones de la UE se utilizan de hecho para producir bienes de la UE

En esta Comunicación se presentan los 3 objetivos esenciales a medio plazo de la UE que son:

  • Respaldar la recuperación y transformación radical de la economía de la UE en consonancia con sus objetivos ecológicos y digitales.
  • Perfilar normas mundiales para una globalización más sostenible y justa.
  • Incrementar la capacidad de la UE para defender sus intereses y hacer valer sus derechos, incluso de manera autónoma cuando sea necesario.

Para ello conviene que deberán trabajarse los 6 siguientes ámbitos para poderlo lograr:

 

A su vez, afirma que la política comercial va a estar en consonancia con los objetivos del Pacto Verde Europeo.

Respecto a la Organización Mundial del Comercio, entre otras cuestiones, se pretende influir en el desarrollo de la sostenibilidad en su ámbito de actuación, si bien respecto a la incidencia de los combustibles fósiles en la generación del cambio climático, la medida que se propone parece insuficiente para abordar esta problemática:

“Será necesario un marco multilateral mejorado en el que sustentar la transición ecológica hacia una economía resiliente, respetuosa con el medio ambiente y climáticamente neutra. La UE se aliará con países afines para defender una agenda medioambiental de peso en el seno de la OMC. Como parte de este esfuerzo, presentará iniciativas y medidas que promuevan las consideraciones climáticas y de sostenibilidad en las diversas funciones de la OMC, incluida una iniciativa sobre comercio y clima. Estas iniciativas incluirán la liberalización de bienes y servicios seleccionados, la transparencia y la ecologización de la ayuda para el comercio. Asimismo, debe incluirse el desarrollo progresivo de disciplinas sobre las subvenciones a los combustibles fósiles. También promoverá la deliberación en el seno de la OMC sobre la manera en que el comercio puede sustentar el trabajo digno y la justicia social.”

De lo expuesto hasta ahora, para que la comentada declaración de intenciones se traduzca en una política que aborde la necesidad de avanzar hacia una actividad de exportación sostenible resulta imprescindible la implicación del resto de países de la UE y una decidida voluntad para excluir el uso de combustibles fósiles, aspecto este último que la nueva normativa europea de finanzas sostenibles no ha acabado de concretar.

 

 

Alexandra Farbiarz Mas

“Condena por inacción climática al Estado francés: posibles implicaciones”, artículo de Terraqui en la revista “Agua y medio ambiente” de El Economista

La revista “Agua y medio ambiente” de El Economista publicó, el pasado 6 de abril, un artículo de Christian Morron Lingl, abogado de Terraqui, relativo a la sentencia que un Tribunal Administrativo de París emitió el 3 de febrero de 2021 por inacción climática.

“Condena por inacción climática al Estado francés: posibles implicaciones”, explica la sentencia que condenó al Estado francés a indemnizar el perjuicio moral de las asociaciones demandantes por un importe simbólico de un euro y ordenó una investigación adicional de dos meses para pronunciarse sobre la solicitud de ordenar al Estado a que adopte todas las medidas para alcanzar los objetivos que Francia se ha fijado en materia de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta sentencia crea un precedente importante en el ámbito de los litigios climáticos que apelan a la responsabilidad de los Estados y sus administraciones con relación al cumplimiento de los acuerdos y necesidades de mitigación y adaptación al cambio climático.

En el artículo también se repasan otros litigios climáticos, resueltos y en curso, de cuyo análisis se puede comprobar cómo la ciudadanía, a través de entidades de diverso signo, toma partido para apelar a las autoridades a su capacidad de acción para frenar las consecuencias del cambio climático, como las que España, por ejemplo, sufrió de forma evidente, durante el episodio de la borrasca Filomena el pasado enero de 2021.

Alexandra Farbiarz Mas

Terraqui resolvió dudas legales sobre residuos para los socios de REPACAR en una Webinar

El pasado 8 de abril, Terraqui participó en una Webinar en un novedoso formato que se planteó a REPACAR, para tratar de ofrecer un espacio de encuentro digital más dinámico y que incitara a la participación de los asistentes.

La propuesta fue que, en lugar de hablar sobre un tema concreto a nivel normativo, fueran los asistentes a la Webinar quienes, previamente a la misma, plantearan preguntas relativas a dudas jurídicas en relación a su ejercicio empresarial. Y es que la burocracia que implica la gestión de los residuos es compleja, en la que participan distintos actores con diversos intereses.

En la Webinar se contestó a las siguientes cuestiones planteadas por los socios de REPACAR:

  • Traslado de residuos no peligrosos: ¿Cómo se debe realizar la notificación previa cuando la CCAA de origen o destino no dispongan de un procedimiento específico para ello?
  • Procedimiento para la remisión de la notificación previa y documento de identificación: ¿A partir de cuándo resulta obligatorio utilizar el procedimiento establecido por el MITERD?
  • Fin de condición de residuo: ¿Cómo se aplica la Orden TED 426/2020, del 8 de mayo, por el que se establecen los criterios para determinar el final de condición de residuo del papel y cartón?
  • Exportación: ¿Qué responsabilidad tiene el organizador del traslado respecto a la documentación?
  • Traslado de residuos:
    • Figura del recogedor
    • Recogida a múltiples productores
    • Empresas instaladoras
    • Autorización a los negociantes
    • Duración del contrato de tratamiento de residuos

Terraqui y REPACAR estamos contentos de haber probado este nuevo formato que dio pie a generar nuevas preguntas que surgían al hilo de las respuestas y reflexiones que Christian Morron, abogado de Terraqui, iba efectuando a las preguntas formuladas con antelación por los socios de REPACAR.

Alexandra Farbiarz Mas

Reglamento relativo a las cuentas económicas europeas medioambientales: nuevos pasos para su revisión

Antecedentes

El Sistema Europeo de Cuentas (SEC) establecido por el Reglamento 2223/96 de 25 de junio de 1996, relativo a las cuentas nacionales y regionales de la UE, establece en su apartado 1.18 que:

“Para algunas necesidades específicas de información, lo más indicado será elaborar cuentas satélite independientes.” Entre ellas el punto “e) el análisis de la interacción entre el medio ambiente y la economía”.

Las cuentas económicas ambientales permiten trabajar en pro del desarrollo sostenible, tal como indica el artículo 3, apartado 3 del Tratado de la Unión Europea.

Este mecanismo específico para el medio ambiente fue creado, según afirma la propia Comisión en su Comunicación de 20 de agosto de 2009, titulada “Más allá del PIB — Evaluación del progreso en un mundo cambiante, con el fin de «observar la presión que la economía ejerce sobre el medio ambiente y estudiar la forma de reducirla»

Las Cuentas Económicas Europeas Medioambientales (CEEM) permiten observar la presión que la economía ejerce sobre el medio ambiente y de estudiar la forma de reducirla.  Las CEEM contabilizan el capital natural a través de un marco estadístico integrado y exhaustivo para organizar los datos sobre los hábitats y los paisajes, medir los servicios de los ecosistemas, hacer un seguimiento de los cambios en los activos de los ecosistemas y vincular esta información con la actividad económica y otras actividades humanas.

En 1994, la Comisión Europea presentó su primer documento estratégico sobre la «contabilidad ecológica nacional». Desde entonces, ha colaborado con los Estados miembros, las Naciones Unidas y la OCDE para analizar la gama de datos estadísticos disponibles para las cuentas económicas europeas ambientales. La Comisión y los Estados miembros aplican las CEEM con arreglo a la Estrategia europea para la contabilidad del medio ambiente, de conformidad con el Sistema de contabilidad económica y ambiental de las Naciones Unidas.

En 2015, la UE empezó el proyecto INCA para desarrollar las cuentas relativas a los ecosistemas, el estado de los ecosistemas y los servicios de los ecosistemas, basándose en los manuales del sistema de contabilidad económico-ambiental de Naciones Unidas (SEEA). La Comisión Europea publica las cuentas INCA en su página web dedicada al capital natural y en la de Eurostat (la contabilidad, en este caso, relativa a los aspectos ambientales).

El proyecto INCA, Proyecto de Innovación del Conocimiento sobre un Sistema Integrado de Contabilidad del Capital Natural y los Servicios de los Ecosistemas (INCA por sus siglas en inglés) tiene como objetivo seguir trabajando en línea con el Sistema de Contabilidad Ambiental-Económica de las Naciones Unidas – Cuentas Experimentales de los Ecosistemas (SEEA EEA) y también proponer cómo los enfoques de la contabilidad pueden desarrollarse aún más sobre la base de la experiencia en la UE. Las recomendaciones técnicas del SEEA EEA hacen propuestas sobre cómo desarrollar tablas de contabilidad de la extensión, el activo, la condición y el suministro y uso de servicios de los ecosistemas.

El propósito del INCA es establecer un conjunto de cuentas de los ecosistemas recopiladas regularmente para ayudar a los responsables políticos y a los planificadores a alcanzar múltiples objetivos medioambientales, sociales y económicos para la UE, como, por ejemplo:

  • Informar sobre la planificación integrada del uso de la tierra que tenga más en cuenta la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.
  • Proporcionar información sistemática que refleje todo el valor de los ecosistemas.
  • Informar sobre la planificación sectorial integrada basada en la obtención de múltiples beneficios de los ecosistemas.

El balance de las CEEM según el Tribunal de Cuentas Europeo

El Tribunal de Cuentas Europeo elaboró en octubre de 2019 un informe titulado: “Cuentas económicas europeas medioambientales: es posible aumentar su utilidad para los legisladores

En dicho informe se revela que:

  • La Comisión no había elaborado una relación completa de las necesidades de datos de las CEEM para la elaboración de las políticas ambientales. Aunque reconocen la cooperación entre los servicios de la Comisión que utilizan las cuentas, han observado que la Comisión debería garantizar la disponibilidad de datos pertinentes para apoyar la evolución de las políticas y su seguimiento. Si bien el marco estratégico de las CEEM propone varios objetivos, algunos de estos se han repetido durante más de diez años, y no existe ningún plan de acción completo que defina objetivos intermedios y presente estimaciones del presupuesto necesario para lograrlos.
  • Hay deficiencias en la elaboración de los módulos de las CEEM, que redujeron su pertinencia para el proceso de elaboración de políticas. Las propuestas de hacer obligatorios los módulos se basaban en gran medida en la disponibilidad de datos y en consideraciones administrativas en los Estados miembros, y no en las necesidades de datos.
  • Su elaboración ha requerido demasiado tiempo (aproximadamente diez años) para satisfacer las necesidades de datos a corto y medio plazo.
  • Los auditores constataron que los módulos de las CEEM no se aprovecharon al máximo para realizar un seguimiento de los avances hacia la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible y evaluar el VII Plan de acción de medio ambiente de la UE.
  • La actualidad de los datos es un criterio importante en el marco jurídico de las CEEM, que establece que la Comisión dispone de un plazo de dos años para proporcionar los datos de las CEEM. Aunque los auditores observan que el tiempo empleado para publicar los datos ha mejorado progresivamente, los Estados miembros no siempre envían los datos requeridos con puntualidad. Ante todo, el hecho de recibir los datos antes podría mejorar considerablemente la utilidad de las CEEM.
  • En lo que se refiere a la calidad de los datos, los auditores observaron que, generalmente los posibles problemas se detectaban durante el proceso de validación. No obstante, también señalan insuficiencias en esta fase: los informes de los Estados miembros no presentan necesariamente información suficiente para determinar la calidad y la comparabilidad de los datos de manera adecuada.

Ante estos desajustes, los auditores recomendaron a la Comisión que las CEEM debían ser mejoradas en:

  • el marco estratégico;
  • la pertinencia de los módulos;
  • la actualidad de los datos.

Nuevas perspectivas en la contabilidad: el proyecto INCA se reelabora en la UE y Naciones Unidas adopta un nuevo marco estadístico de contabilidad ambiental.

En este contexto, el pasado 11 de marzo, la UE emitió una noticia titulada: “Biodiversidad: cambio pionero en la información económica que contabiliza la contribución de la naturaleza a la economía”, en el que se anunciaba que la UE se alineaba y contribuía al nuevo marco estadístico para contabilizar mejor la biodiversidad y los ecosistemas en la planificación económica nacional y la toma de decisiones políticas, aprobado por Naciones Unidas en marzo de 2021,  lo que permitirá a los países de todo el mundo utilizar un conjunto común de normas y métodos para seguir los cambios en los ecosistemas y sus servicios. Cabe recalcar que el nuevo marco va más allá de la estadística comúnmente utilizada del producto interior bruto (PIB) y garantiza que las cuentas del capital natural -las contribuciones de los bosques, los océanos y otros ecosistemas- complementen las cuentas económicas existentes.

Además, en el nuevo marco se incluyen novedades como la incorporación  del impacto de la pandemia de COVID-19 en los sistemas estadísticos en el desarrollo de sus recomendaciones, con el fin de construir un sistema más eficiente, sensible y resistente para seguir el impacto contrastado de la pandemia en los diferentes segmentos de la economía y la sociedad y para supervisar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con vínculos geoespaciales con la economía, el medio ambiente y el bienestar.

Respecto a las CEEM de la UE, el INCA va a incorporar las recomendaciones que el Tribunal de Cuentas observó en su informe relativo a las CEEM en 2019, por lo que cabe esperar, que la metodología se verá mejorada y actualizada.

Repercusiones sobre la revisión del Reglamento sobre las cuentas económicas europeas del medio ambiente.

La Comisión va a proponer la revisión del Reglamento sobre las cuentas económicas europeas del medio ambiente (CEEM) para ampliar su cobertura e incluir un nuevo módulo sobre la contabilidad del capital natural, plenamente coherente con el marco de las Naciones Unidas. Esto está en consonancia con las recomendaciones indicadas anteriormente del Tribunal de Cuentas Europeo y la reciente revisión intermedia de la Estrategia Europea de Cuentas Medioambientales (EEEA) 2019-2023. De este modo, la UE podría entonces convertirse en el primer continente del mundo en informar sobre los cambios en los ecosistemas y sus servicios.

El Reglamento sobre las cuentas económicas europeas ambientales resulta esencial por varios motivos:

  • En el contexto actual, en el que, por ejemplo, se reconoce que la pandemia del Covid-19 tiene mucho que ver con el estado actual de los ecosistemas. Tal y como recoge la “Estrategia de biodiversidad de la UE”, la propia Comisión de la UE reconoce que la naturaleza se encuentra en un estado de crisis, debiendo revertir las principales causas de pérdida de biodiversidad, como los cambios de uso en la tierra y el mar, su sobreexplotación, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras.
  • Si están bien hechas, pueden utilizarse de forma activa y precisa en todos los Estados miembros para elaborar políticas de la Unión Europea en aquellos ámbitos pertinentes, lo cual puede ser un instrumento no solo de observación ambiental, sino de gobernanza y de divulgación.

Conocer el estado de las cuentas económicas ambientales entendiéndolas a parte de la contabilidad del PIB puede dar un marco más justo y coherente sobre la realidad del medio ambiente, puesto que monetizar tanto los recursos como los impactos ambientales puede suponer agravios comparativos entre los distintos agentes implicados en o con un determinado ecosistema o actividad económica. Y es que los impactos ambientales pueden contabilizarse y entenderse de forma distinta según quien lleve a cabo la valoración económica, en función de si es el emisor o el receptor, por ejemplo. Además, el PIB tampoco tiene en cuenta la denominada “tasa de descuento ambiental”, aquella que mide los impactos a muy largo plazo que afectan a las generaciones futuras mediante, ponderación, intergeneracional.

En este sentido, cabe apuntar a las distintas escuelas de economistas que entienden de forma distinta esta cuestión: por un lado los economistas ambientales, que defienden la postura de monetizar cualquier activo ecológico para llevar a cabo las cuentas económicas ambientales, e integrarlas en el PIB, y, por el otro lado, los economistas ecológicos, que defienden que hay que desarrollar una contabilidad biofísica paralela (también denominada cuentas satélite al PIB) con sistemas multicriterio de indicadores, así como añadir, de forma diferenciada, indicadores de tipo social. De algún modo, esta escuela recoge los principios que se llevaron a cabo en la conferencia de Río de Janeiro en la que la sostenibilidad se entendía como un paraguas en la que se debían contemplar los aspectos económicos, ambientales y sociales en las políticas que se llevara a cabo.

Sin embargo, según el informe del Tribunal de Cuentas Europeo, una de las dificultades más evidentes para las cuentas de las CEEM es la actualización de los datos que permite cuantificar cuál es el estado de los ecosistemas, los impactos ambientales y los servicios ambientales de la UE. Aunque la digitalización sea, junto con la sostenibilidad, uno de los ejes y motores de los próximos años para la recuperación y resiliencia de Europa, queda por ver cómo esta digitalización se lleva a cabo para tener las CEEM al día. Probablemente, también requerirá de profesionales como ambientólogos, geógrafos, geólogos, biólogos, ingenieros para poder contabilizar estos datos apropiadamente.

De lo contrario, continuará la disfuncionalidad y contrariedad de muchas políticas europeas al no contar con datos actualizados sobre el estado ambiental de los ecosistemas que nos sustentan. Porque sin ecología, no hay economía posible y, para poder contemplarla correctamente, el legislador necesita de unos datos fiables y comparables para llevar a cabo su toma de decisiones.

Y, teniendo en cuenta que en Europa somos dependientes de materias primas, conocer a fondo el valor de nuestro capital natural también nos puede permitir darle más valor para su preservación o explotación racional, así como acelerar procesos para obtener recursos, desarrollando y acelerando el mercado de materias primas secundarias a través de las múltiples opciones que permite la economía circular.

O como dice Elliott Harris, Economista Jefe de las Naciones Unidas: “Si asignamos un valor a la naturaleza, podremos cuantificarla. Si la cuantificamos, podremos gestionarla. Si gestionamos su valor, evitaremos su destrucción. Ese es el problema al que hemos estado sometidos durante cien años. Desde el momento en el que no consideramos ese valor, hemos tratado a la naturaleza como si fuera gratuita e ilimitada. Hemos estado consumiéndola sin ser conscientes del valor que estamos perdiendo.”

Alexandra Farbiarz Mas

“El nuevo paradigma de la normativa de finanzas sostenibles: ser circular ya no es una opción.”

 

 

Éste es el título de la ponencia con la que Christian Morron participó en la webinar del pasado 23 de marzo de 2021 del Observatorio Español de Economía Circular, un foro de diálogo entre las empresas, administraciones públicas y expertos en materia de economía circular para realizar una monitorización de la situación a nivel nacional e internacional y promover la adopción de buenas prácticas y la promoción de políticas públicas en España.

Este Observatorio pertenece al Club de Excelencia en Sostenibilidad, una asociación empresarial compuesta por un grupo de grandes compañías que apuestan por el crecimiento sostenible desde el punto de vista económico, social y ambiental. Tiene como objetivos ser un foro de diálogo con stakeholders, una plataforma de benchmarking en Desarrollo Sostenible y un transmisor de buenas prácticas en Responsabilidad Corporativa al tejido empresarial español.

La ponencia de Terraqui ha querido incidir en el Reglamento sobre finanzas sostenibles, concretamente en la primera definición legal de Economía Circular en la UE y en cómo la taxonomía será el eje del plan de acción sobre la financiación del crecimiento sostenible.

A su vez, incidió en las importantes ayudas financieras que la Comisión Europea prevé conceder a los Estados miembros en virtud del Reglamento 2021/241, por el que se establece el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Concretamente, en que estos fondos públicos dependen de que se acredite que las medidas que contienen los planes de recuperación y resiliencia no causen un perjuicio significativo a los objetivos ambientales definidos, a su vez, en el Reglamento de inversiones sostenibles.

Adjuntamos nota de prensa del Observatorio Español de Economía Circular en el que se presentan los contenidos del resto de participantes provenientes de responsables de Economía Circular de dos Comunidades Autónomas, así como buenas prácticas presentadas por empresas del sector químico y textil.

 

Alexandra Farbiarz Mas

Entorno construido, movilidad urbana y sistema alimentario: oportunidades de mejoras climáticas y de circularidad

En este post exponemos las oportunidades y recomendaciones del informe “Una industria circular y baja en carbono para Europa” del Instituto Europeo de Políticas Ambientales y la Fundación Ellen McArthur de la economía circular, relativas a la reducción de emisiones industriales y agrícolas que están integradas en los sectores del entorno construido, la movilidad urbana y el sistema alimentario, que a menudo se pasan por alto en las estrategias y políticas sobre el cambio climático. El documento también sugiere ejemplos de instrumentos para superar los obstáculos hacia una transición circular y climática para cada uno de ellos. Nos centraremos, sobretodo, en estos tres ámbitos, si bien enumeraremos las políticas transversales adicionales que estudian para integrar la economía circular en las agendas políticas de la UE mediante cambios en la gobernanza de los procesos, las instituciones y los recursos financieros de la UE.

Entorno construido

La problemática

Los materiales de construcción representan el 47% del consumo global de materiales de la UE en peso, esto es 6,9 giga toneladas en 2019. Es probable que esta cantidad aumente a medida que el parque de edificios continúe expandiéndose lentamente y envejeciendo, requiriendo su renovación o sustitución. Los edificios son importantes consumidores de energía, ya que representan el 40% del consumo energético y el 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI de ahora en adelante) de la UE. A su vez, los edificios son el destino del 33% del acero, el 20% de los plásticos, el 25% del aluminio y el 65% del cemento utilizados en la UE.

Las emisiones incorporadas (que abarcan tanto la construcción como la renovación) representan el 15% del total de las emisiones de GEI asociadas a los edificios a lo largo de su vida útil, y hasta el 50% en los países que han descarbonizado sus combinaciones energéticas, en los que los edificios se alimentan predominantemente de energías renovables durante su fase de uso.

Aplicación legislativa o en desarrollo:

Barreras del sector

  • La naturaleza fragmentada del sector con una diversidad de cadenas de valor dentro de él, los diferentes niveles de normativa (local frente a nacional y de la UE) y la participación de una multitud de actores con intereses contrapuestos en las diferentes etapas del proceso de construcción son un ejemplo de las barreras a superar.
  • Faltan normas armonizadas y registros de los materiales y técnicas utilizados para construir y renovar edificios, por lo que los niveles de confianza en los materiales de construcción reciclados con respecto a su durabilidad y los riesgos para la salud que suponen para los trabajadores de la construcción son bajos.
  • La gran mayoría del parque de edificios europeo tiene más de tres décadas de antigüedad, por lo que su adaptación a las mismas normas técnicas y ambientales de los edificios nuevos constituye un reto en sí mismo.

Soluciones

La economía circular puede reducir las emisiones de CO2 de los cuatro principales materiales de construcción (plásticos, acero, aluminio y cemento) en un 40% a nivel mundial, y en un 56% en las economías desarrolladas como la UE para 2050.

Para encaminar el sector de la construcción y el entorno construido hacia una economía circular, los responsables políticos pueden llevar a cabo una combinación de medidas destinadas a incentivar un cambio de sistema que abarque la planificación urbana, modelos empresariales de valor añadido, diseño para la durabilidad y la modularidad, la sustitución de materiales y la eficiencia de los mismos. Estas medidas motivarían a los propietarios a priorizar diseños versátiles que mejoren el uso de los edificios y se adapten a las necesidades cambiantes, a utilizar materiales con bajas emisiones integradas siempre que sea posible, y a utilizar los materiales de la forma más eficiente posible.

A continuación, un listado de políticas que podrían acelerar la transición hacia un parque inmobiliario más circular:

 

Oportunidades Ejemplos de propuestas políticas
Diseñar los nuevos edificios para la circularidad desde el principio. ● Incorporar en los Eurocódigos los requisitos de reutilización de los componentes de los edificios; el uso de componentes prefabricados, cuando proceda, para permitir la construcción modular; el uso de materiales con bajas emisiones incorporadas, cuando proceda (por ejemplo: madera); y la minimización de los residuos.

● Garantizar que la nueva Estrategia del Entorno Construido promueva las especificaciones de diseño circular en todo el bloque, especialmente en el caso de los edificios públicos.

Acelerar la adopción de las tecnologías digitales, en particular los

registros de materiales y la modelización de la información de los edificios (BIM).

● El uso de BIM puede reducir considerablemente los residuos y facilitar el diseño ecológico. La tecnología se utiliza ampliamente en la UE; una norma BIM podría armonizar su aplicación a escala.

●Inversiones en I+D para resolver algunos de los principales problemas de los pasaportes de materiales (por ejemplo: la privacidad, la falta de un enfoque unificado) con el fin de facilitar su aceptación en el mercado.

● El desarrollo del espacio de datos europeo para las aplicaciones circulares inteligentes, a fin de garantizar la existencia de la infraestructura digital que sustenta estos avances.

Aumentar la utilización de los edificios. ● Incentivos fiscales para los propietarios de edificios que mantengan niveles de ocupación elevados de forma constante. La medida puede ser aplicada por los Estados miembros con el apoyo de la UE.
Apoyar la deconstrucción frente a la demolición. ● Incentivos fiscales para el uso de materiales prefabricados, siempre que sea posible, para facilitar el desmontaje y el diseño versátil.
Creación de mercados para los materiales de construcción reciclados. ● Reformar las normas de construcción para garantizar que cubren las materias primas secundarias utilizadas en la construcción, como el cemento y el hormigón, los áridos y el acero, y que reflejan tanto el contenido como el rendimiento de las materias primas primarias.

● Hacer obligatorio el uso de RCD reciclados en los edificios públicos de nueva construcción.

● Proporcionar incentivos financieros para el uso de materiales reciclados (por ejemplo: subvenciones, exenciones fiscales) en la construcción.

Eficiencia y sustitución de materiales. ● El uso excesivo de materiales intensivos en carbono, como el acero y el cemento, para garantizar la seguridad está muy extendido en la industria de la construcción.

● Una medida política que podría desalentar esta práctica es una revisión de los Eurocódigos para garantizar que se dé preferencia a las alternativas de baja emisión de carbono siempre que posean la resistencia estructural necesaria.

Movilidad urbana

La problemática

El sector del transporte representó casi una cuarta parte de las emisiones de GEI de la UE en 2017; solo el transporte por carretera representó el 20%, lo que convierte a los vehículos en una de las principales fuentes de impacto climático en la UE. Aunque la infraestructura de transporte público es generalmente buena, los vehículos personales representan el 83% del transporte terrestre. El combustible y los gases de escape representan la mayor parte de las emisiones de la mayoría de los vehículos cuya producción y fin de vida útil representan más del 80% de las emisiones.

En este apartado, el informe se centra en un tipo de emisiones de los vehículos que a menudo se pasa por alto: las incorporadas en los materiales con los que se fabrican. La elección de limitar el ámbito del debate a este medio de transporte en particular se debe a su prevalencia en la UE y al hecho de que la fabricación y el final de la vida útil de los vehículos tienen un impacto considerable en el cambio climático. Además, a medida que se vaya electrificando el transporte, esas fuentes de impacto ganarán en importancia relativa.

Los turismos son la causa de importantes pérdidas estructurales en nuestra economía. El coche europeo medio está actualmente aparcado el 92% del tiempo. Cuando se utiliza, sólo 1,5 de sus 5 plazas están ocupadas de media. Y hasta el 50% del suelo de los centros urbanos se dedica a aparcamientos y carreteras, aunque menos del 10% de esta superficie se utiliza en un momento dado, incluso en las horas punta. Las estrategias que pueden abordar con éxito estas pérdidas estructurales deben tener en cuenta todo el sistema de movilidad, desde la fabricación hasta el final de la vida útil de los vehículos, buscando maximizar el acceso y minimizar las necesidades de recursos y espacio.

Barreras del sector

La profunda crisis económica en la que se encuentra el sector del transporte es tanto una barrera como una oportunidad, a corto y medio plazo, a la hora de repensar la movilidad. A corto plazo, tanto los grupos de presión del sector manufacturero como los responsables políticos han subrayado la necesidad de dar prioridad a la recuperación económica del sector mediante paquetes de estímulo sobre las consideraciones ambientales.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados desde hace tiempo para reducir las emisiones del transporte, la UE no está en vías de cumplir sus objetivos actuales en el Pacto Verde Europeo.

Las pautas de movilidad dependen en gran medida del contexto y están influidas, entre otros, por factores como el poder adquisitivo, las infraestructuras (por ejemplo, la existencia de redes de carriles bici), la fiscalidad (por ejemplo, la tarificación de la congestión) y la cultura. La transformación de la movilidad requerirá, por tanto, una coordinación entre la elaboración de políticas a nivel local, nacional y de la UE, y esto supone nuevas formas de gobernanza no siempre fáciles de lidiar.

La reducción de las emisiones del ciclo de vida de los turismos y la mejora de la utilización de la infraestructura de movilidad son esenciales para la Estrategia de Movilidad Inteligente y Sostenible de la UE y para cumplir sus objetivos climáticos. Los avances tecnológicos han hecho posible la fabricación de coches de mayor rendimiento a lo largo de los años. Pero estos avances se han visto superados por las ineficiencias económicas y los costes ambientales derivados del aumento de la propiedad de vehículos personales, que se espera que se duplique de aquí a 2050.

Soluciones

La revisión del actual sistema de movilidad requerirá un enfoque múltiple consistente en cambiar nuestro diseño urbano para garantizar una mejor accesibilidad, ampliar el transporte público y las infraestructuras para bicicletas, y cambiar los modelos de negocio centrados en el acceso a la movilidad, en lugar de la propiedad del vehículo.

En el Plan de Acción de la Nueva Economía Circular, la Comisión Europea reconoce la importancia de la movilidad como servicio, la reducción del consumo de materiales vírgenes, la optimización del uso de las infraestructuras y los vehículos, el aumento de los índices de ocupación y los factores de carga, y una mejor conexión entre el diseño y el final de la vida útil de los vehículos. Estos pasos son esenciales para la transición a una economía circular de la movilidad y ocupan un lugar destacado en la Estrategia de Movilidad Inteligente y Sostenible de la UE.

Oportunidad Intervenciones políticas propicias
Promover el reacondicionamiento, la refabricación y el reciclaje de vehículos y otros medios de transporte (por ejemplo, bicicletas y motocicletas). Prolongar la vida útil de los vehículos mediante el diseño para la durabilidad, la reparación y el reacondicionamiento podría dar lugar a un ahorro de CO2 del orden de 0,2 giga toneladas de CO2 equivalente/año para 2050 en todo el mundo. ● Algunos Estados miembros, como Suecia, ya han introducido proyectos de ley para reducir el IVA para las obras de reparación. Incluye la reparación, la refabricación, el reacondicionamiento y el reciclaje de medios de transporte en el anexo III de las actividades que pueden beneficiarse de los tipos reducidos de IVA para impulsar estas prácticas.

● En términos más generales, pasar a gravar el uso de material virgen en lugar de la mano de obra puede incentivar la reparación, el reacondicionamiento y la refabricación. La UE tiene una competencia limitada para influir en los Estados miembros, pero puede proporcionar orientación y asistencia técnica.

Habilitación de sistemas de transporte multimodal. ● Poner la financiación a disposición de las ciudades que trabajan para cumplir con las directrices de los Planes de Movilidad Urbana Sostenible.

● Garantizar que el Espacio Europeo de Datos para Aplicaciones Circulares Inteligentes incluya el transporte y la movilidad.

● Apoyar el desarrollo de infraestructuras de movilidad urbana activa (por ejemplo, la ampliación de las redes de carriles para bicicletas) a través de directrices para la planificación urbana y la financiación.

Fomentar el diseño circular de los nuevos vehículos, incluidos los eléctricos e híbridos. ● Tal y como se estipula en el nuevo Plan de Acción Circular de la UE, vincular el diseño con el final de la vida útil y establecer objetivos mínimos de contenido reciclado en los vehículos nuevos.

● Fomentar el diseño para la durabilidad y el cambio a modelos de negocio de movilidad como servicio para los fabricantes de automóviles, poniendo a disposición planes de financiación para apoyar esta transición.

● Desarrollar una nueva legislación para regular las baterías y el uso de sus componentes (la nueva Directiva sobre baterías).

Sistema alimentario

La problemática

La producción de alimentos ocupa el 40% de la superficie de la UE y se calcula que el consumo de alimentos representa el 17% de las emisiones de GEI de los hogares de la UE. En lo que respecta al impacto climático, el cultivo de alimentos y la gestión de la tierra se diferencian de otras actividades económicas por su capacidad de capturar activamente el carbono en el suelo y, por tanto, de actuar como sumideros de carbono.

La agricultura también es más susceptible a los impactos del cambio climático en comparación con otros sectores económicos. Por ejemplo, debido al cambio climático, los rendimientos del maíz en el sur de Europa podrían reducirse a la mitad y los del trigo caer hasta un 14% de aquí a 2050, tal como explica la publicación del Joint Research Centre publicado el año pasado: Análisis de los impactos del cambio climático en la agricultura.

Junto con la silvicultura, la agricultura y la industria alimentaria son los sectores económicos que más interactúan con los ecosistemas naturales. La agricultura, una de las principales fuentes de deforestación, ha provocado una serie de impactos negativos a lo largo del tiempo. La excesiva dependencia de los insumos químicos, como los fertilizantes y los pesticidas, ha contribuido a la contaminación del aire y del agua, a la contaminación del suelo, a la pérdida de biodiversidad y a los impactos adversos sobre la salud pública.

La cría intensiva de ganado es una importante fuente de metano, un potente gas de efecto invernadero, y de amoníaco, un contaminante habitual. El exceso de labranza que expone la materia orgánica del suelo al aire libera a la atmósfera el carbono enterrado en el suelo. Se calcula que, a nivel mundial, la agricultura es responsable de hasta el 80% de la pérdida de biodiversidad, del 80% de la deforestación y del 70% del uso de agua dulce.

Las principales fuentes de emisiones del sistema alimentario a nivel mundial proceden de la cría de ganado y el cultivo de alimentos, que representan entre el 9% y el 14% del total de las emisiones de GEI a nivel mundial, seguidas de las prácticas de uso de la tierra (5-14%), y la transformación, distribución y consumo de alimentos (5-10%).

Más del 20% de todos los alimentos, es decir, 88 millones de toneladas al año, se desperdician en la UE, mientras que 43 millones de residentes de la UE no pueden permitirse una comida de calidad cada dos días. Menos del 11% de los residuos alimentarios producidos en la UE se convierten en piensos (para los residuos comestibles) o en subproductos (para los residuos no comestibles). En total, se ha descubierto que los residuos alimentarios representan aproximadamente el 8% de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, por lo que son una fuente considerable de impacto climático.

Estrategias políticas y futuras aplicaciones legislativas en la UE

Barreras

De entrada, las grandes barreras se encontrarán en equilibrar una serie de presiones, a veces contradictorias, que pesan sobre el sistema, entre las que se encuentran la nutrición de los 446 millones de habitantes de la UE, el sustento de los más de 10 millones de familias de la UE que dependen de la agricultura, el mantenimiento del empleo de los más de 4,5 millones de personas que trabajan en la industria alimentaria, la protección del medio ambiente, la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo, así como la generación de ingresos para las empresas privadas que operan en el sector.

Soluciones

La transición a una economía circular de los alimentos podría generar beneficios económicos mundiales de hasta 2,7 billones de dólares al año solo en las ciudades para 2050. La agricultura regenerativa, la eliminación de los residuos alimentarios evitables y la valorización de los residuos alimentarios y biológicos inevitables en forma de compost y enmiendas del suelo podrían compensar el 49% de las emisiones de GEI asociadas al sistema alimentario para 2050, es decir, 5,6 giga toneladas de CO2 equivalente al año.

Promover la adopción de la agricultura regenerativa. Se ha comprobado que la rentabilidad de la agricultura regenerativa es mayor que la de los sistemas convencionales de producción de alimentos. Por ejemplo, un estudio norteamericano de 2018 sobre los campos de maíz descubrió que los gestionados de forma regenerativa experimentaron un aumento del 78% de los beneficios en comparación con los campos cultivados de forma convencional. La sustitución de los monocultivos por policultivos puede conducir a una mayor diversificación de los ingresos de los agricultores, al tiempo que mejora la resistencia general del sistema de producción de alimentos. Esta mayor resiliencia, a su vez, puede contribuir a mejorar la seguridad alimentaria, ya que el sistema es más capaz de absorber las perturbaciones externas creadas por el clima adverso o el cambio climático, al tiempo que garantiza unos ingresos más estables para los agricultores.
La reforma de la PAC como oportunidad clave para promover la agricultura regenerativa. En particular, supeditar los pagos directos de la PAC a la aplicación de planes ecológicos de los Estados miembros, puede ser un fuerte incentivo para que los agricultores adopten prácticas agrícolas regenerativas. Para evitar niveles de ambición muy diferentes entre los distintos países, se recomienda que la Comisión Europea defina de antemano el abanico de prácticas que éstas podrían comprender y de indicaciones sobre sus resultados esperados.
Invertir en formación y digitalización. El aprovechamiento de la cadena de bloques (blockchain) y otras tecnologías que permiten una mayor trazabilidad puede crear una mayor demanda de productos agrícolas regenerativos al aumentar la conciencia del consumidor sobre factores como el origen del producto, las técnicas de cultivo, el contenido nutricional y el impacto ambiental. La inteligencia artificial puede aplicarse para que los agricultores tomen decisiones más acordes con la gestión regenerativa de la tierra, proporcionando información valiosa sobre la calidad del suelo y el bienestar de los cultivos y los animales, por ejemplo. A través de la Asociación Europea para la Innovación en materia de productividad y sostenibilidad agrícolas, la UE puede reforzar los servicios de asesoramiento a los agricultores y la integración de estos en los sistemas de conocimiento e innovación agrícolas para facilitar el flujo de conocimientos técnicos entre la investigación y la práctica.
Reducir el despilfarro y la pérdida de alimentos. La creación de la Plataforma de la UE sobre Desperdicios y Pérdidas de Alimentos es un primer paso prometedor para tratar esta cuestión. En un informe publicado en diciembre de 2019, la plataforma recopiló una serie de recomendaciones transversales y sectoriales para reducir el desperdicio y la pérdida de alimentos . Especialmente relevante para los responsables políticos de la UE es la recomendación de incorporar el desperdicio y la pérdida de alimentos en la estrategia, los programas y la legislación de acción climática a nivel de la UE y de los Estados miembros, como en los planes nacionales de energía y clima.
La lucha contra el desperdicio y la pérdida de alimentos a nivel mundial requerirá intervenciones en toda la cadena de valor. En muchos países en desarrollo, la mayor parte de las pérdidas se producen en las fases previas -en la granja, durante la transformación o el transporte- debido a la deficiente infraestructura de transporte o almacenamiento. Sin embargo, en la UE, los hogares representaron la mayor parte del desperdicio de alimentos generado, es decir, más del 50% en 2012. El comportamiento de los consumidores en relación con el desperdicio de alimentos no se entiende lo suficientemente bien y los programas basados en la información que se llevan a cabo a menudo en la UE parecen haber tenido un impacto limitado. Invertir en la investigación de los consumidores apoyará los esfuerzos para comprender mejor su comportamiento y diseñar estrategias para abordar el desperdicio a este nivel en el futuro.
Invertir en infraestructuras de recogida, redistribución y revalorización de alimentos para desbloquear beneficios ambientales para el sistema alimentario. Un paso significativo hacia el cierre de los circuitos de nutrientes es el hecho de que la Directiva Marco de Residuos revisada obliga a los Estados miembros a garantizar la recogida selectiva de biorresiduos para enero de 2024. Sin embargo, este requisito podría complementarse con el apoyo y la financiación para aquellos Estados miembros que se queden atrás en la aplicación de la recogida selectiva y el procesamiento de los biorresiduos. Para maximizar los beneficios medioambientales de estas prácticas, es necesario que existan instalaciones de procesamiento adecuadas a distancias óptimas de los lugares donde se originan los residuos. Además, es importante desarrollar un mercado local para los subproductos del compostaje o la digestión anaeróbica. La creación de estos mercados requerirá apoyo técnico a los Estados miembros, formación para los agricultores y financiación, cuestiones en las que la UE podría apoyar.

Palancas políticas transversales

El informe también desarrolla un apartado en el que se explica la importancia de desarrollar políticas transversales que apoyen la transición climática y circular expuestas en los apartados anteriores tales como:

  1. Aprovechar el potencial de la economía circular en las políticas climáticas de la UE
  2. Integrar un enfoque de economía circular en la estrategia industrial de la UE
  3. Reforzar el proceso del Semestre Europeo sobre las reformas económicas nacionales
  4. Financiar la transición a través del presupuesto de la UE y el fondo de recuperación
  5. Fomentar la cooperación mundial, entre otras cosas, a través de la política comercial de la UE.

Conclusiones:

Reducir el 45% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero que están integradas en la producción y uso de materiales industriales y alimentos, es un requisito previo para que la UE alcance su objetivo de tener una economía neutra en carbono. Para ello, deben adoptarse urgentemente medidas políticas y legislativas que deben ser acompañadas de financiación tanto europea como de los Estados Miembros. Además, para que puedan acelerarse los cambios para llegar a los objetivos climáticos que se ha marcado la UE para 2030, deberá también llevarse a cabo una gran tarea de coordinación, nueva gobernanza, capacitación y formación en los distintos ámbitos estudiados. Solo así podrá llevarse a cabo la transición de una economía lineal a una circular. En este contexto, los fondos de Transición Justa, para acompañar los sectores que deben cambiar su propio paradigma de funcionamiento, serán esenciales para poder hacer frente a los cambios sobrevenidos. Sin embargo, ¿uuánto representan estos fondos sobre el total del presupuesto de la UE? Como lo comentamos en el post de Terraqui “La economía circular en la recuperación económica y ambiental en la UE: instrumentos financieros, normativos y políticos”, esta partida presupuestaria significa el 1,3% (10.000  millones de € sobre un total de 750.000 millones) del instrumento de recuperación Next Generation, y sobre el total del marco financiero plurianual 2021-2027 de la UE, que asciende a 1.824.300 millones de euros, tan solo un 0,5%. Si bien es cierto que también se cruzará con otras partidas ya comentadas, no deja de sorprender que la transición justa se lleve un porcentaje tan pequeño vista la necesidad de acelerar los cambios tanto en la acción climática como en la circular.

Para terminar, recordar que, a nivel legislativo, un gran paso para la aceleración de la economía circular es la Directiva Marco de Residuos. En España vamos tarde, debía trasponerse antes del 5 de julio de 2020, y actualmente aún está en fase de Anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados, lo que hace aún más lentos todos los procesos de transformación expuestos en los sectores analizados en este artículo. Además, en el Plan de Economía circular de España, se percibe cierta falta de ambición respecto a algunas demandas que emanan del propio Parlamento europeo, tal y como lo indicamos en el post de Terraqui: “Plan de Economía Circular de España 2021-2023 vs. propuestas del Parlamento Europeo: análisis por cadenas de valor de productos”.

 

Alexandra Farbiarz Mas

La economía circular en la recuperación económica y ambiental en la UE: instrumentos financieros, normativos y políticos

RECUPERACIÓN Y RESILIENCIA CLIMÁTICA Y AMBIENTAL A NIVEL INTERNACIONAL

A nivel internacional, según la publicación de Bloomberg Green, de los estímulos gubernamentales para la recuperación económica de la Covid-19 de las 50 mayores economías del mundo, a finales de mayo de 2020, tan solo se había destinado un 0,2% de su presupuesto a prioridades climáticas.

Por otro lado, Asia, según un estudio de ING Think (2020), que emite un 47% de las emisiones de carbono, no ha adoptado enfoques de estímulo de resiliencia ambiental y climática para la recuperación de la pandemia.

Basándose en una encuesta de expertos de ministerios de finanzas, bancos centrales y otras organizaciones, el economista Cameron Hepburn de la Universidad de Oxford y otros colaboradores, identificaron cinco elementos políticos que parecen tener el potencial de contribuir a los objetivos económicos y climáticos:

  • inversión en infraestructuras físicas limpias,
  • la modernización de la eficiencia de los edificios,
  • inversión en educación y formación para hacer frente al desempleo inmediato de la COVID-19 y el desempleo estructural derivado de la descarbonización, lo que se describe como “transición justa” en la UE,
  • la inversión en capital natural para la resiliencia y la regeneración de los ecosistemas,
  • inversión en I+D limpia.

Varios de estos elementos políticos pueden aplicarse a la economía circular.

En cuanto a Europa, era líder en finanzas sostenibles antes de la pandemia y sigue impulsando una recuperación de la economía verde, es decir, circular y con bajas emisiones de carbono.

INSTRUMENTOS FINANCIEROS DE LA UE

De acuerdo con la infografía adjunta del Consejo de la UE, actualmente, en términos financieros, el presupuesto total de la UE tiene un valor total de 1,8 billones de euros, de los cuales unos 1,07 billones corresponden al marco financiero plurianual (MFP) para el período 2021-27, mientras que los 750.000 millones de euros restantes proceden del instrumento de recuperación de la UE “Next Generation” (NGEU).

El compromiso con los objetivos climáticos del Acuerdo de París se ve respaldado por el objetivo de utilizar el 30% de los fondos del MFP y del NGEU para la inversión climática, lo que representa un aumento del 10% en comparación con el objetivo respectivo para el presupuesto de la UE de 2014-20.

Los fondos NGEU consistirán en 390 millones de euros en subvenciones y 360 millones de euros en préstamos que estarán disponibles para los Estados miembros bajo determinadas condiciones.

Sin embargo, en los fondos del MFP y del NGEU no se concreta asignación alguna en materia de economía circular.

La mayor parte de estos instrumentos económicos se proporcionarán a través del Reglamento por el que se establece un Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (que acaba de pasar la primera lectura en el Parlamento Europeo). El acceso dichos a fondos estará sujeto a la aprobación de los llamados planes nacionales de recuperación y resiliencia preparados por los Estados miembros. Estos planes, que deben seguir las directrices de la Comisión Europea, serán evaluados por la Comisión Europea a través del mecanismo del Semestre Europeo, en función de los criterios de contribución al potencial de crecimiento, la creación de empleo y la transición económica, ecológica y digital del país (lo que incluye la asignación mínima del 30% a la acción climática). La evaluación de estos planes adoptará la forma de informes elaborados por la Comisión Europea para el Plan de Recuperación y Resiliencia de cada país.

Las contribuciones a la transición “verde” contienen una perspectiva tanto climática como ambiental. En cuanto a la primera, los Estados miembros tendrán que explicar cómo su plan contribuirá a alcanzar los objetivos climáticos y energéticos de 2030, así como el objetivo de neutralidad climática para 2050. También será necesario “especificar el impacto de las reformas e inversiones en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la cuota de energía renovable, la eficiencia energética, la integración del sistema energético, las nuevas tecnologías de energía limpia y la interconexión”.

La economía circular se incluye en los objetivos ambientales previstos de estos planes y, en este contexto, se invita a los Estados miembros a que muestren cómo los planes ayudarán a alcanzar los objetivos de uso sostenible y protección del agua, prevención y reciclaje de residuos, control de la contaminación y la ecologización de las zonas urbanas, entre otros. A la hora de decidir las inversiones, los Estados miembros deberán tener en cuenta los criterios de la Taxonomía (criterios de sostenibilidad reconocidos) marcados por el  Reglamento (UE) 2020/852, de 18 de junio de 2020, relativo al establecimiento de un marco para facilitar las inversiones sostenibles y, a su vez, los planes deberán cumplir con el principio de “no causar daños significativos”.

Las medidas del Marco Financiero Plurianual, requerirá que los Estados miembros presenten un Marco Común de Apoyo que explique la estrategia general y los objetivos del uso de los fondos, que luego se transformarán en programas operativos específicos con medidas claras a financiar. A diferencia del carácter excepcional de los fondos NGEU, que apoya los gastos de las administraciones públicas en diferentes ámbitos de la economía, el presupuesto de la UE tiene que asignarse a programas y medidas y cofinanciar la inversión en proyectos específicos.

En cuanto a los fondos NGEU, se incluye una partida bajo el programa InvestEU (5.600 millones de €), un programa europeo que ofrece garantías, préstamos, capital y asistencia técnica para inversiones críticas en Europa, principalmente a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Actualmente, el BEI está reformando y reorientando sus prioridades hacia las inversiones sostenibles. La influencia del BEI para reorientar la inversión privada hacia áreas más sostenibles podría ayudar sustancialmente a promover soluciones circulares. Sin embargo, la economía circular está muy poco desarrollada en comparación con la labor realizada para identificar las inversiones de baja emisión de carbono para apoyar la transición.

ReactEU, una ampliación de la política de cohesión de la UE de nueva generación (con 47.500 millones de €), complementará el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), el Fondo Social Europeo (FSE) y el Fondo de Ayuda Europea para los Más Necesitados (FEAD). En cuanto a la Transición Justa, el NGEU destinará 10.000 millones de € que deberán cumplir con los requisitos del Reglamento para el Fondo de Transición Justa.

El programa de investigación Horizonte Europa continúa con 5.000 millones de € presupuestados. Todavía no está claro si la economía circular en Horizonte Europa estará incluida, al no tratarse de una tecnología ni un sector. No obstante, cabe esperar que se lleven a cabo las convocatorias específicas de propuestas de investigación, como, por ejemplo, sobre cómo desarrollar enfoques circulares de manera eficiente y/o dirigir el comportamiento de los actores socioeconómicos en la misma dirección. Esto podría adoptar la forma de una Agenda Estratégica de investigación e innovación sobre economía circular para la UE y los Estados miembros, identificando los sectores en los que es necesario investigar sobre la economía circular, así como los programas necesarios.

MEDIDAS PARA ESTIMULAR LA DEMANDA

Impuestos y etiquetado.

Una primera medida sería estimular la demanda del mercado de productos y tecnologías “verdes”, es decir, bajos en carbono y productos sostenibles/circulares. Las exenciones fiscales o el etiquetado de los materiales reciclados podrían ser dos de estas medidas. Son medidas que pueden aplicarse fácilmente en áreas en las que hay una diferencia de coste relativamente pequeña entre una solución baja en carbono y una solución con mayor contenido de carbono o entre niveles bajos y altos de “circularidad”. Ya hay ejemplos de exenciones fiscales en diferentes Estados miembros. Por ejemplo, Bélgica ha introducido un tipo de IVA reducido del 6% para las actividades de demolición y reconstrucción, mientras que los Países Bajos, Irlanda, Eslovenia, Luxemburgo y Finlandia han introducido reducciones del IVA para determinados servicios de reparación. Podrían plantearse diferentes opciones de este tipo de reducción para diferentes materiales y productos; por ejemplo, para el aluminio, la diferenciación fiscal podría estar vinculada al insumo energético.

Sin embargo, cuanto más compleja sea la diferenciación de materiales, más tendrán que reflejar esta complejidad los sistemas de contabilidad y medición. Esto también está relacionado con las nuevas tecnologías emergentes que pueden suponer nuevos retos; determinar la cantidad de materia prima que se utilizará en los nuevos plásticos derivados del proceso de reciclaje químico puede ser una tarea compleja desde el punto de vista técnico, por ejemplo.

En lo que respecta a la energía, acelerar la eliminación progresiva del carbón, las energías renovables y otras tecnologías sostenibles, así como nuevas agrupaciones industriales (como la simbiosis industrial) podrían reactivar las regiones actualmente intensivas en carbón.

Dada la relativa competitividad de las tecnologías renovables – con algunas excepciones -, la principal tarea es centrarse en la creación de un marco propicio mediante la ya mencionada eliminación del carbón, acompañada del plan de transición justa, las infraestructuras, las condiciones del mercado y, posiblemente, las disposiciones de gobernanza transfronteriza para la energía eólica marina. Después, la política industrial, debe desarrollarse en el marco de su enfoque en las cadenas de valor para garantizar que los puestos de trabajo y otros beneficios económicos se acumulen en la UE.

Contratación pública ecológica

Las directivas de contratación pública proporcionan el marco necesario para introducir la contratación pública ecológica (CPE). Hasta la fecha, su adopción es limitada e insuficiente para abordar los retos de la economía circular o con bajas emisiones de carbono o de la economía circular según otro estudio del mismo Centro de Estudios de Políticas Europeas.

Aunque existen directrices y apoyo técnico, el carácter voluntario de las buenas prácticas supone una limitación en su aplicación. Los criterios y objetivos mínimos de la CPE, así como la introducción progresiva de un control obligatorio, tal y como propone la Comisión Europea, podrán solucionar en cierta medida este problema.

Otro paso sería poner a disposición del público herramientas fácilmente disponibles relacionadas, por ejemplo, con las consideraciones de la economía circular, para garantizar que los Estados miembros puedan seguirlas en la práctica.

Los actos delegados o los requisitos técnicos de las directivas sectoriales deberían hacer obligatoria la contratación pública ecológica, como es el caso de la Directiva sobre la eficiencia energética de los edificios (2018/844/UE), así como la Directiva sobre vehículos limpios (2019/1161/UE).

Muchos productos y sus componentes no son de origen comunitario y la demanda de cumplimiento afectaría en algunos casos a los productores extracomunitarios que dependen de la demanda de la UE. Aspectos básicos como la inclusión de la reutilización y/o el reciclaje al final de la vida útil deberían ser obligatorios; las herramientas para el ciclo de vida completo para ayudar a las autoridades públicas a adoptar soluciones circulares seguirán siendo un reto.

Contratos por diferencias para carbono (CCfD)

Los contratos por diferencias para carbono son una herramienta política que podría apoyar a minimizar la incertidumbre sobre los precios del mercado de derechos de emisión. Un Contrato de Carbono es un contrato por el cual un gobierno, institución o agente A acuerda con otro agente B un precio fijo del carbono durante un periodo de tiempo determinado. Durante el periodo acordado en el contrato, este agente B vende las emisiones de carbono (o derechos de emisión) al precio de mercado. Si se formula como un precio de ejercicio sobre el precio del mercado del carbono (una opción de dos caras), se convierten en Contratos por Diferencias para Carbono (CCfD). Si el precio de mercado es inferior al del precio del periodo acordado, el agente recibe la diferencia. Si el precio de mercado es superior, el agente tiene que devolver los ingresos adicionales al gobierno o agente A. En Alemania ya se contempla como instrumento en su Estrategia Nacional del Hidrógeno.

En la práctica, un CCfD con un precio de ejercicio superior al precio real del carbono permite a una empresa o a un inversor comprar derechos de emisión en el mercado y venderlos al precio del periodo acordado en el contrato, generando así ingresos. También es necesario un enfoque para fijar el precio de ejercicio. En este caso, se podría recurrir a las licitaciones para que exista cierto grado de competencia y transparencia de precios.

Un CCfD es un instrumento potencialmente poderoso para incentivar la producción climáticamente neutra. Sin embargo, pueden tener un coste fiscal importante. Las duras restricciones presupuestarias del presupuesto común de la UE pueden imponer un límite. Además, los CfDs funcionan mejor para productos específicos (incluidos en el RCDE) que para promover políticas que se dirigen a cadenas de valor más amplias como puede ser la economía circular. Este instrumento está pensado para grandes industrias intensivas en carbono.

El precio del carbono y el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE)

El RCDE cubre alrededor del 40% del total de las emisiones de GEI de la UE, incluyendo muchos de los mismos sectores que también son objeto de la estrategia de economía circular de la UE, como los materiales básicos, los plásticos y los textiles. Aunque estos dos últimos están entre los sectores más pequeños del RCDE, su impacto en términos de emisiones y su interacción con otras medidas políticas de circularidad puede ser significativo. La señal de precios del RCDE desincentiva claramente la producción intensiva en carbono. En los casos en los que se dispone de alternativas, el RCDE puede impulsar cambios operativos inmediatos en la industria, como se ha visto en el caso de la generación de energía con carbón.

En una estrategia de economía circular, merece la pena reflexionar sobre el papel del RCDE, especialmente porque la escasez de materiales crecerá invariablemente, lo que, a su vez, influenciará la dirección a largo plazo de la política climática de la UE. Todo ello tiene implicaciones para la cadena de valor de la construcción, ya que los materiales son básicos. Además, el uso de la electricidad puede ser cada vez más importante en la medida que se electrifica la calefacción de los edificios.  Por lo tanto, el RCDE podría desempeñar un papel de arbitraje entre los materiales y las operaciones (es decir, el uso de la energía) para impulsar la reducción de las emisiones.

También se plantea la cuestión de si el RCDE puede incentivar directamente una mayor circularidad u otras innovaciones más generales. Aunque se necesita algo más que una señal de precio del carbono para impulsar cambio transformacional, el precio del RCDE puede apoyar el argumento comercial para las inversiones circulares siempre que haya cierta confianza en la trayectoria de los precios.

Aquí, la credibilidad juega un papel importante. El compromiso mostrado con el RCDE durante la pandemia, ha reforzado su credibilidad política, como demuestran los recientes máximos del precio del RCDE. Igualmente, importante es el papel que puede desempeñar el RCDE en la taxonomía de la financiación sostenible. Los puntos de referencia del RCDE -utilizados para garantizar que los volúmenes de asignación gratuita- se basan en las instalaciones más eficientes, y que pueden informar sobre lo que podría considerarse inversiones “sostenibles”. En términos más generales, los datos exactos y precisos que se recogen para todos sectores del RCDE facilitan la evaluación de la intensidad de las emisiones.

Ayudas estatales

Las ayudas estatales están sujetas a las normas de la UE y los Estados miembros tienen que notificar cualquier ayuda estatal que supere determinados umbrales. Las ayudas estatales que se consideren negativas para el mercado interior y la competencia leal pueden ser rechazadas, ya que infringen el artículo 107 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE). Sin embargo, en los ámbitos que la UE considera justificadas por objetivos de interés general, puede acordar que algunas ayudas son compatibles con el mercado interior. A raíz del Covid-19, el sistema de control de las ayudas estatales se ha relajado, y la Comisión Europea ha señalado que dará luz verde a gran parte de las ayudas estatales notificadas relacionadas con la lucha contra la pandemia, dada la necesidad de revertir los considerables efectos del Covid-19 en las economías y la preservación del empleo de la UE.

No obstante, en el futuro, cuando el sistema de ayudas estatales vuelva a ser más restrictivo, puede haber un potencial para proporcionar un régimen más relajado a la ayuda que apoye importantes inversiones relacionadas con la economía circular. Otro aspecto que podría considerarse es que la Comisión Europea imponga limitaciones más estrictas a las notificaciones de ayudas estatales que no tengan en cuenta la necesidad de cambiar hacia sistemas “verdes o circulares” más sostenibles. Si la Comisión Europea optara por esta vía, debería formular unas amplias directrices sobre ayudas estatales para que los criterios en los que se basa la evaluación sean transparentes y estén claramente vinculados a las políticas y reglamentos de la UE.

También existe el riesgo de que una amplia ayuda estatal exacerbe aún más las divergencias entre los Estados miembros de la UE, debido a las diferentes capacidades fiscales. Esto también podría abordarse mediante un apoyo reforzado a través del presupuesto de la UE, para aliviar diferencias fiscales. Por lo tanto, el control de las ayudas estatales como herramienta para alcanzar otros objetivos políticos tiene límites intrínsecos, ya que depende de la voluntad de los Estados miembros de comprometerse fiscalmente en primer lugar. Aunque la definición de ayuda estatal puede interpretarse en sentido amplio, los Estados miembros -y en última instancia los tribunales de la UE- pueden tener interpretaciones diferentes sobre qué políticas nacionales constituyen ayudas estatales, sin las cuales el proceso de notificación y la evaluación de la compatibilidad no entran en juego.

ECONOMÍA CIRCULAR Y CADENAS DE VALOR INDUSTRIAL

Entre las principales ambiciones de la Estrategia Industrial publicada por la Comisión Europea en marzo de 2020 está la creación de nuevos mercados de productos neutros para el clima y circulares, apoyados por nuevos procesos industriales y tecnologías limpias. Las medidas de estímulo podrían impulsar los esfuerzos para reducir el impacto ambiental de las industrias que consumen mucha energía. El cambio a una trayectoria de emisiones netas requiere importantes inversiones en procesos y técnicas industriales, especialmente en los sectores “difíciles de eliminar”, como los plásticos, el cemento, el acero y el transporte pesado por carretera. Los fondos que estarán disponibles en el contexto de los Planes de Recuperación y Resiliencia de recuperación y resiliencia, nunca antes se habían puesto a disposición a esta escala y ofrecerán la oportunidad de acelerar el desarrollo y la adopción de enfoques novedosos en todo el mundo en sectores clave de gran intensidad de recursos, como el textil, la construcción, el acero, la electrónica, la movilidad, la alimentación y los plásticos. La atención debe centrarse en las actividades que hoy en día pueden crear puestos de trabajo, pero en áreas en las que podría haber una contribución realista a la descarbonización mediante enfoques circulares en las próximas dos décadas aproximadamente.

La cadena de valor de la construcción incluye materiales básicos que están cubiertos por el RCDE, así como los insumos energéticos. El sector del acero es el mayor emisor industrial de emisiones de carbono, mientras que los plásticos y la producción textil también están incluidos en el RCDE, aunque con menores emisiones, pero con gran importancia para el uso de los recursos en general.

  • Construcción

La industria de la construcción es la responsable de más del 30% de la extracción de recursos naturales, así como del 25% de los residuos sólidos generados en el mundo. En Europa, el sector de la construcción consume alrededor del 40% de la energía y los recursos, mientras que el 40% de todas las emisiones de GEI pueden atribuirse a los edificios y a las infraestructuras. Los residuos podrían reducirse si los materiales se mantuvieran en un bucle cerrado -en la medida de lo posible – para conservar su máximo valor.

Un factor que complica la situación de la cadena de valor del sector de la construcción es que intervienen múltiples actores, a menudo descoordinados y con intereses contrapuestos, como contratistas, instaladores, arquitectos, gestores de operaciones de edificios, y proveedores y productores de material, equipos y energía. Esto se traduce en que el ahorro de carbono que se produce en algunas partes de la cadena de valor no se tiene en cuenta en el conjunto de toda una edificación.

Los consumidores finales, es decir, los que utilizan los edificios, los inquilinos, no tienen información sobre el contenido de carbono de un edificio, como ocurre cuando se trata de un edificio de oficinas, por ejemplo, en relación a la eficiencia térmica. Todos los demás insumos a lo largo de las cadenas de valor no se calculan.

Esto significa que hay pocos incentivos para utilizar materiales bajos en carbono, como el cemento o el acero bajos en carbono, aunque el aumento del coste del edificio sea muy bajo. El uso de cemento o acero con bajas emisiones de carbono puede aumentar el coste global de un edificio en tan sólo un 1%, pero como una casa con menos carbono (materiales) no aporta un valor adicional al propietario de la casa, normalmente, los materiales con bajas emisiones de carbono (por ejemplo, cemento, acero, productos químicos, aluminio, o madera bajos en carbono) no se incentivan. La elección de los materiales la hacen los constructores en función del precio y la funcionalidad, a veces en la estética, pero rara vez en el carbono, también porque los materiales con bajas emisiones de carbono no son fáciles de encontrar en el mercado. Los materiales de construcción, al ser industrias que consumen mucha energía, suelen estar regulados por separado; en la UE esto se hace en el marco del RCDE. La atención se centra en los materiales, no en la cadena de valor completa. Esto reduce los incentivos para reducir las emisiones, por ejemplo, electrificando las canteras.

Los materiales de construcción se caracterizan por una larga vida útil y las infraestructuras construidas permanecen en el sistema económico durante muchos años. Sin embargo, la perspectiva convencional de las cadenas de suministro deja de lado este aspecto. Para permitir una perspectiva más amplia de las cadenas de suministro y crear procesos de innovación será necesario ir más allá de los sectores y subsectores. Esto podría abrir nuevas oportunidades de innovación que abarquen materiales, procesos, servicios y nuevos modelos empresariales.

Un primer paso es desarrollar normas creíbles de contabilidad del carbono para establecer el contenido de carbono de un edificio, a fin de orientar a la cadena de valor de la construcción y, en particular, al sector inmobiliario. El resultado final podría ser un pasaporte de materiales. Es muy posible que la diferenciación de los productos (casas con altas emisiones de carbono frente a las de bajas emisiones de carbono) sea suficiente para crear cierta demanda para los edificios con bajas emisiones de carbono y, por tanto, para la circularidad y los materiales con bajas emisiones de carbono.

Siempre que existan normas de contabilidad creíbles, los gobiernos podrían establecer obligaciones u objetivos de “presupuestos de carbono” para las casas, por ejemplo, basados en la superficie o el volumen.

Acero

La fabricación de acero con bajas emisiones de carbono y neutro para el clima es posible, en teoría, mediante la captura y el almacenamiento de hidrógeno y carbono. Los hornos de arco eléctrico que funcionan con chatarra de acero (en lugar de hierro producido primariamente, o hierro reducido directamente, que requiere hidrógeno) permiten fabricar acero utilizando únicamente electricidad. Sin embargo, la oferta de chatarra es limitada.

Desde el punto de vista del mercado, también es importante que exista un mercado específico para el acero ecológico. La información al consumidor, las normas o las etiquetas de los productos podrían desempeñar un papel en este sentido. De este modo, los clientes interesados pueden adquirir un acero diferenciado del acero convencional con alto contenido en carbono, posiblemente incluso a pesar de las diferencias de coste. Una política de productos sostenibles prevista en el Plan de Acción de la Economía Circular podría apoyar este enfoque. Asimismo, en otras partes de la cadena de valor del acero, un sistema de garantía de origen podría apoyar la fabricación de acero verde por la de hidrógeno.

  • Textiles

La industria textil y de la confección es una compleja cadena de valor industrial que abarca actividades como la transformación de fibras naturales (algodón, lino, lana, etc.) y sintéticas (poliéster, poliamida, etc.) en hilos y tejidos y la producción de una multitud de productos para la confección, el mobiliario y las aplicaciones técnicas. Con unas 160.000 empresas y 1,5 millones de empleados, la industria hace una importante contribución al paisaje industrial de la UE. Con un consumo doméstico por valor de 520.000 millones de euros, en 2019, la UE-28 es actualmente el principal mercado mundial de productos textiles y de confección.

Si bien el sector tiene una importancia económica significativa para la UE, los elevados niveles de consumo de productos textiles tienen diversas consecuencias ambientales, que van desde la presión sobre los suelos, los materiales y el uso del agua hasta la contaminación del agua y la contribución a las emisiones de CO2. Concretamente, la producción y manipulación de textiles en la UE en 2017 requirió 1,3 toneladas de materias primas primarias y 104 m3 de agua por persona, aunque la mayor parte de este consumo (85% de materiales y 92% de agua) tuvo lugar fuera de la UE, ya que es un importador neto de textiles.

La producción textil también es un proceso intensivo en emisiones de gases de efecto invernadero, con unas 15-35 toneladas de CO2 equivalente generadas por tonelada de textiles producidos. Se ha estimado que en 2015 las emisiones mundiales de la producción textil equivalían a 1.200 millones de toneladas de CO2, lo que superaba las emisiones colectivas de los vuelos internacionales y el transporte marítimo.

Las pautas de consumo insostenibles se ven agravadas por la elevada generación de residuos textiles y los bajos índices de recogida, que varían entre el 11% y el 75% en toda la UE, dependiendo, entre otros factores, de la disponibilidad de infraestructuras y la densidad de los puntos de recogida. La clasificación de los textiles recogidos suele ser un proceso manual, ya que actualmente hay pocas instalaciones de clasificación a gran escala en toda la UE. Además, cantidades significativas de textiles recogidos sin clasificar acaban en Europa del Este para su clasificación o se exportan a terceros países.

La reintroducción de los productos textiles en el proceso de producción de nuevos materiales de alta calidad es prácticamente inexistente, ya que la gran mayoría de los productos textiles recogidos se utilizan en aplicaciones de reciclaje descendente o acaban en vertederos e incineradoras. Esto se debe a la diversa mezcla de materiales y sustancias en los textiles y a la falta de tecnologías para la separación de mezclas de fibras de poliéster/algodón.

La Directiva revisada sobre residuos de la UE 2018/851, adoptada en mayo de 2018, exige por primera vez que todos los Estados miembros establezcan sistemas de recogida selectiva de productos textiles antes del 1 de enero de 2025. Esto significa que los países tendrán que mejorar sus mecanismos de recogida en un plazo muy breve. El aumento de las tasas de recogida dará lugar a grandes volúmenes de textiles sin clasificar, lo que indica que los países deben estudiar enfoques integrales tanto para la recogida como para la clasificación del material textil.

El desarrollo de instalaciones de clasificación automatizada a gran escala requiere una elevada inversión inicial, por lo que los fondos de recuperación disponibles podrían ofrecer oportunidades de inversión.

Una clasificación más eficaz también aumentaría el potencial de reutilización de los textiles. En cuanto al reciclado de textiles no reutilizables en nuevas fibras, se necesita un apoyo continuo para las actividades de I+D o para llevar soluciones prometedoras al mercado a gran escala.

La eliminación de los cuellos de botella normativos puede apoyar el clima de inversión en este sector. Entre estos cuellos de botella se encuentran las cuestiones relacionadas con la definición de los textiles usados, la disponibilidad limitada de información sobre las sustancias y el contenido de los textiles, y la ausencia de requisitos de diseño ecológico.

Las medidas para estimular la demanda, como las exenciones fiscales o las primas y la contratación pública ecológica, pueden impulsar la demanda de productos y servicios circulares. La armonización de los criterios de fin de la condición de residuos a nivel de la UE para los productos textiles también podría proporcionar señales de demanda. Otro enfoque consiste en combinar las obligaciones de las empresas con los incentivos de los sistemas de responsabilidad ampliada del productor (RAP); en Francia, las empresas que introducen en el mercado productos textiles con una determinada proporción de fibras recicladas están sujetas a una tasa reducida de RAP.

  • Plásticos

Debido a sus numerosas funcionalidades y a su bajo coste, los plásticos han experimentado un crecimiento de la producción durante décadas y se utilizan ampliamente en multitud de sectores como el envasado, la construcción, la electrónica, la automoción y la agricultura. La producción mundial de plásticos ascendió a 360 millones de toneladas en 2018, de las cuales 62 toneladas se produjeron en Europa. Durante el mismo año, se recogieron unos 29 millones de toneladas de residuos de plástico en la UE, de las cuales la mayoría (68%) fueron incinerados para la recuperación de energía o terminó en los vertederos, y el resto (33%) se recicló.

El daño a los ecosistemas terrestres y marinos ecosistemas terrestres y marinos, la generación de emisiones de CO2 y los riesgos para la salud son algunos de los impactos vinculados a los niveles tan elevados de producción y de residuos de plástico. La producción primaria de plásticos en la UE genera unos 3,2 millones de toneladas de emisiones de GEI, mientras que la fabricación de otros productos de plástico añade otras 300.000 toneladas.

En 2018 la Comisión Europea publicó una estrategia sobre los plásticos a la que siguieron acciones legislativas como la prohibición de ciertos artículos de plástico de un solo uso y varios compromisos de alto nivel. Aunque la estrategia ha dado lugar a una acción decisiva a nivel de la UE en varios ámbitos, la resolución de los considerables retos relacionados con la producción de plásticos requerirá un enfoque en soluciones integradas en toda la cadena de valor de los plásticos en los próximos años (tal como propone el informe de la Fundación Ellen MacArthur “Romper la ola de plástico”). Algunas soluciones con una perspectiva a largo plazo pueden promoverse a través de los planes y estrategias de recuperación de los Estados miembros. En este contexto, son necesarias más inversiones en infraestructuras físicas para la recogida, clasificación y tratamiento de los residuos plásticos. A la hora de elaborar sus estrategias de recuperación y en consonancia con los requisitos derivados de la legislación de la UE, los países con elevadas tasas de vertido pueden priorizar las inversiones sobre las infraestructuras que maximizan el valor de los materiales recuperados, con fines de economía circular, por ejemplo, en detrimento de las incineradoras.

Por lo tanto, es necesaria la inversión en nuevos procesos de reciclaje de plásticos. Algunas opciones para convertir los plásticos en nuevas materias primas ya están disponibles en el mercado, pero requieren una de una alta calidad en la clasificación previa de los residuos, mientras que otros procesos están en fase de desarrollo y son gravosos económicamente. Un ejemplo es el hidrocraqueo, que requiere aportes de hidrógeno y es costoso, lo que dificulta el desarrollo de esta tecnología.

También en este sector, instrumentos como la contratación pública y los incentivos fiscales pueden apoyar la demanda de plásticos reciclados a corto y medio plazo. Unas normas mínimas de contenido reciclado en determinados productos de plástico podrían crear incentivos.

La incorporación de contenido reciclado en los productos es un ámbito en el que todavía es necesario innovar; el plan francés de recuperación y resiliencia prevé ayudas financieras para estudios en este ámbito.

Las estrategias de recuperación también deben promover actividades que vayan más allá del mero reciclaje de productos; por ejemplo, el plan nacional de recuperación francés propone apoyar acciones como I+D de alternativas al plástico de un solo uso, centros de reparación y proyectos que reduzcan el uso de plásticos de un solo uso en los centros sanitarios. Además, los países pueden evaluar formas de promover la reutilización de los plásticos; los Países Bajos son uno de esos casos que han anunciado objetivos para los envases de plástico que incluyen la reutilización, además del reciclaje, tal como exige la normativa de la UE.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

Como nueva forma de enmarcar la gestión sostenible de los recursos, la economía circular ha recibido una gran atención en los círculos políticos, en gran parte debido a su potencial para reducir emisiones de gases de efecto invernadero y otros impactos ambientales, al tiempo que genera beneficios de crecimiento y empleo.

El acceso a los fondos disponibles en el marco de la recuperación económica se hará sobre la base de los Planes Nacionales de Recuperación y Resiliencia que están preparando los Estados miembros. En ellos se incluyen sugerencias tanto de inversiones como de reformas para contribuir a largo plazo al crecimiento, el empleo y la transición ecológica. Esta última puede incluir tanto objetivos climáticos como ambientales.

Según las orientaciones publicadas por la Comisión Europea, la economía circular encaja en los objetivos ambientales previstos de estos planes y los Estados miembros pueden decidir inversiones para apoyar acciones como la construcción de centros de simbiosis industrial, la promoción de modelos de negocio circulares, la producción eficiente de recursos, el consumo sostenible y las actividades de reparación y reutilización. Los Estados miembros también pueden decidir sobre otras inversiones relacionadas con el clima o el medio ambiente, por ejemplo, la renovación de edificios residenciales, inversiones en eficiencia energética, energía limpia (por ejemplo, hidrógeno) y/o infraestructura de carga y la restauración de los sumideros de carbono terrestres. Estas inversiones climáticas y ambientales pueden aplicarse en varios sectores que utilizan muchos recursos, como el textil construcción, acero, electrónica, movilidad y plásticos.

Aunque existen oportunidades para invertir en enfoques novedosos en toda una serie de sectores que consumen muchos recursos, la escala de contribución de estos planes a la trayectoria de descarbonización de la UE dependerá de las decisiones tomadas en los planes nacionales de recuperación y resiliencia. Lo ideal sería centrarse en las inversiones que puedan tener un impacto a largo plazo, especialmente en el ámbito de las infraestructuras (por ejemplo, las relativas al hidrógeno) aunque llevará tiempo, ya que requerirá una buena planificación y colaboración entre los distintos agentes, incluidos los funcionarios públicos, los inversores y los industriales.

En lo que respecta a los procesos de circularidad, la inversión debe ir acompañada de reformas e idealmente dar prioridad a las soluciones que tratan de abordar la producción y el consumo de productos sobre la base de la cadena de valor. En el caso de los plásticos y los textiles, esto podría significar un enfoque más allá de las opciones existentes de gestión del final de la vida útil y, en cambio, el desarrollo de nuevos procesos e innovaciones en todas las etapas del ciclo de vida del producto.

Los Planes Nacionales de Recuperación y Resiliencia deberán especificar el grado de contribución a objetivos climáticos y ambientales, incluyendo una evaluación de los impactos directos de las inversiones y reformas propuestas. Hasta la fecha, no se sabe cómo se medirá el impacto climático y ambiental (incluida la circularidad) de estos planes en la práctica. Parece que no hay procesos ni parámetros adecuados para un seguimiento detallado.

La experiencia de la crisis financiera mundial de 2007-2008, ha demostrado que los países no hicieron un seguimiento exhaustivo de los efectos ambientales de los programas de estímulo. Esto también plantea cuestiones sobre cómo garantizar la coherencia con las prioridades y las recomendaciones del Semestre Europeo y si se pueden desarrollar, y qué procedimientos de evaluación permitirán garantizar una recuperación que se combine con la resiliencia y la sostenibilidad en la práctica.

También está por ver cómo incidirá el nuevo Plan de acción para la economía circular, actualmente en discusión, del Pacto Verde Europeo en la gestión efectiva de la transición económica de la UE.

En este enlace podrán acceder al informe completo: “Enmarcar la economía circular como una oportunidad de recuperación de la UE“.

 

Alexandra Farbiarz Mas

2010-2020: Repercusiones socio-económicas de las autorizaciones REACH

El Reglamento (CE) nº 1907/2006, en adelante REACH (acrónimo de Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de sustancias y mezclas químicas), entró en vigor el 1 de junio de 2007 y tiene como objetivo principal mejorar la protección de la salud humana y el medio ambiente frente al riesgo que puede conllevar la fabricación, comercialización y uso de las sustancias y mezclas químicas. La sustitución de las sustancias extremadamente preocupantes por alternativas más seguras y tecnologías más ecológicas es uno de los propósitos del REACH. En el marco del REACH, dos de los principales motores de esta sustitución son la autorización y las restricciones.

El 28 de octubre de 2008, la ECHA publicó la primera lista de candidatos a autorización de Sustancias Extremadamente Preocupantes (SEP, de ahora en adelante) y el 1º de junio de 2009 envió a la Comisión su primera recomendación de inclusión de sustancias prioritarias en la lista de autorización (anexo XIV). La Comisión añadió las primeras sustancias a la Lista de Autorización el 25 de marzo de 2010.

Los objetivos del informe “Impacto socioeconómico de las autorizaciones de REACH- Un meta-análisis del estado de las solicitudes de autorización” son:

1) Describir y analizar las solicitudes de autorización recibidas hasta la fecha en cuanto a los usos de las sustancias, los volúmenes de uso, las exposiciones correspondientes y los riesgos asociados para la salud humana y el medio ambiente, así como los beneficios socioeconómicos de continuar con el uso de las SEP más allá de las fechas de expiración legales.

2) Revisar los dictámenes de los comités científicos de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Qúmicas (en adelante, ECHA) sobre estas solicitudes. Se presta especial atención sobre la evaluación de las repercusiones del uso continuado de las SEP por parte de los solicitantes desde una perspectiva social más amplia.

3) Recopilar la información disponible sobre las repercusiones de la autorización en las empresas que utilizan o tienen intención de utilizar una SEP e informar sobre los enfoques y métodos utilizados para cuantificar dichas repercusiones.

Este informe examina todas las solicitudes de autorización sobre las que los comités científicos de la ECHA han emitido un dictamen hasta diciembre de 2020. Para ello ha tenido en cuenta toda la:

  • Información específica del solicitante, así como la de la cadena de valor y empresas que se verían beneficiadas por una autorización.
  • Información sobre el uso específico. Los solicitantes pueden pedir el uso de una o varias SEP, pero tienen que especificar sus usos. Como parte de esta especificación, hay que proporcionar información sobre el volumen de uso anual de una sustancia (lo que se conoce como el tonelaje). Los solicitantes pueden pedir el uso de una o varias SEP, pero tienen que especificar sus usos. Para determinar los niveles de riesgo sobre la salud asociados al uso de cada SEP, los comités científicos de la ECHA y los solicitantes utilizan baremos de dosis-respuesta (es decir, la dosis de exposición respecto a la respuesta sobre la salud esperable) y los niveles sin efectos derivados para estimar los efectos excesivos de riesgo para la salud.
  • Información específica de la aplicación. En términos económicos, las estimaciones de riesgo monetizadas internalizan los impactos negativos sobre la salud humana para que puedan compararse con el beneficio socioeconómico de seguir utilizando la SEP. En las solicitudes de autorización, el beneficio de seguir utilizando la sustancia equivale al coste de oportunidad que surge si el solicitante ya no puede utilizarla. Este coste de oportunidad se compone de la pérdida de excedente del productor y del consumidor en el mercado en el que opera el solicitante (o sus usuarios intermedios). Sin embargo, en el caso de algunas sustancias, no es posible predecir de forma fiable los impactos negativos que la exposición o las emisiones de las mismas tendrían sobre la salud humana o el medio ambiente. En tales casos, no es posible cuantificar los riesgos asociados al uso continuado de SEP. En su lugar, los comités científicos de la ECHA han acordado utilizar las emisiones como un indicador de riesgo y comparar estas unidades medibles con los beneficios del uso continuado de la SEP. Para tales aplicaciones, se informa de la relación entre los beneficios previstos del uso continuado y las emisiones/exposiciones.
  • Información específica del dictamen. Durante el proceso de elaboración del dictamen, los comités científicos de la ECHA pueden formular preguntas para obtener aclaraciones y, basándose en las respuestas del solicitante, pueden reevaluar el nivel de exceso de riesgo existente, las repercusiones en la salud valoradas en términos económicos o los beneficios socioeconómicos del uso continuado. A su vez, esto puede llevar a los comités a recomendar un periodo de revisión más corto que el propuesto por el solicitante y/o condiciones adicionales en términos de medidas de gestión de riesgos (RMM), condiciones de funcionamiento (OC) y disposiciones de seguimiento (MA).
  • Información incompleta o ausente. El alcance y la calidad de la evaluación de los beneficios y riesgos del uso continuado de SEP varía mucho. En las solicitudes de autorización ha resultado especialmente difícil para los solicitantes presentar una cuantificación sólida de los beneficios sociales de su uso continuado. Teniendo en cuenta esta limitación, los valores presentados son la evaluación más precisa de los posibles impactos socioeconómicos de las autorizaciones REACH hasta la fecha.

Los resultados de este meta-análisis deben interpretarse con cuidado. Dado el número limitado de casos para determinadas SEP y las importantes variaciones entre las solicitudes previas a gran escala y las posteriores a pequeña escala, todos los resultados son necesariamente indicativos.

Este estudio presenta el análisis de la ECHA sobre las repercusiones socioeconómicas a partir de los datos y los conocimientos recopilados durante la ejecución del proceso de autorización. Refleja el período comprendido entre 2010-2020 en el que:

  • 346 solicitantes presentaron 213 solicitudes de autorización sobre 340 usos distintos. Cada solicitud puede incluir muchos solicitantes y varios usos.
  • 54 sustancias o grupos de SEP estructuralmente similares han sido autorizadas en virtud del Reglamento REACH.
  • De las 43 sustancias cuya última fecha de solicitud era anterior a 2021, la ECHA había recibido solicitudes para 28 SEP. Para 15 sustancias (35 %), la ECHA no había recibido ninguna solicitud que indicara la sustitución o el cese de estos usos.
  • Para 11 sustancias, la última fecha para su solicitud de autorización es en el periodo 2021-2022. Para éstas, la ECHA predice que para nueve sustancias (82 %) no se recibirán solicitudes.

A efectos analíticos, estas 28 SEP se agrupan en ocho grupos de sustancias, que se clasifican según volúmenes anuales específicos (7 grupos que van entre el uso de una sustancia de menos de una tonelada al año hasta más de 100.000 toneladas al año) y para categorías de uso concretas (o aplicaciones industriales, lo que refleja las diferencias tanto en las funcionalidades técnicas de las sustancias que requieren una autorización como en la organización de la cadena de suministro en la que se utilizan las sustancias). Estos 8 grupos (de las solicitudes demandadas antes del 1 de enero de 2020) corresponden a: disolventes, ingredientes farmacéuticos activos, pinturas, sustancias de uso industrial, dispositivos médicos de diagnóstico in vitro, inhibidores de corrosión, sustancias de ayuda de proceso, ablandadores, tratamiento de superficies y otros.

Las solicitudes de pequeños volúmenes de uso anual (≤10 toneladas al año) se han hecho más frecuentes con el tiempo y ahora representan la mayoría de los usos solicitados (~60 % de todos los usos solicitados), mientras que, al principio, las solicitudes de pequeños y grandes volúmenes de uso (>10 toneladas al año) estaban equilibradas. Esta evolución se explica, en primer lugar, porque las solicitudes de grandes cantidades se han vuelto menos populares con el tiempo. En segundo lugar, las solicitudes de autorización de octil y nonilfenoles etoxilados (OPE y NPE) fueron presentadas casi exclusivamente por empresas individuales, lo que refleja las prácticas comerciales del sector farmacéutico.

  • Se recibieron solicitudes de la mayoría de los Estados miembros de la UE, Noruega y el Reino Unido. El número de solicitudes recibidas por cada Estado miembro está fuertemente correlacionado con el volumen de ventas del sector químico en ese país. De hecho, un informe reciente del Consejo Europeo de la Industria Química (CEFIC) sugiere que Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido y los Países Bajos representaron casi el 70 % de las ventas de productos químicos de la UE en 2018 (ver “ Hechos y cifras del Cefic correspondiente a 2020”).
  • Uno de los principios del sistema de autorización es que los solicitantes deciden si pueden sustituir el uso de una SEP o solicitar una autorización. Si deciden solicitar la autorización, normalmente incurrirán en costes en términos de tasas de solicitud (dependiendo del tamaño de la empresa, las tasas de solicitud oscilan entre unos 1.000 euros por uso para las microempresas a 54.000 euros por uso para las grandes empresas), honorarios de consultoría y tiempo del personal. Sobre la base de 84 respuestas a una encuesta de los solicitantes (que respondieron un 40%), la ECHA estima que el coste medio ha sido cercano a los 200.000 euros por uso.
  • El sistema de autorización está sujeto a una revisión periódica. Hasta ahora, 24 decisiones de autorización han sido objeto de revisión. El volumen agregado de los usos aplicados en las 24 solicitudes originales fue de 19 kilotoneladas (si una empresa fabrica o importa una sustancia en cantidades inferiores a una tonelada anual, no necesita registrar la sustancia; si alcanza o supera este umbral, su intervalo de tonelaje determinará qué información necesita para el registro). En la fase de revisión, el volumen se redujo a 0,9 kilotoneladas. Esto significa una reducción del 97% del volumen de usos aplicados, lo que indica que el sistema de revisión inherente al título de autorización juega un papel importante en la promoción de la sustitución.

Consideraciones importantes del estudio

  • En relación a las solicitudes en sentido ascendente

El título de autorización del REACH permite a los agentes anteriores de la cadena de suministro, como a los fabricantes e importadores de la sustancia, presentar solicitudes para los usuarios posteriores a los que suministran. Las solicitudes en sentido ascendente plantean varios retos, ya que pueden abarcar cientos de empresas y docenas de usos diferentes de la sustancia. En teoría, los solicitantes deberían poder proporcionar información específica sobre todos los usos. En la práctica, sin embargo, esa información a menudo no está disponible o solo lo está parcialmente.

En 2018, la Comisión reconoció en su revisión del REACH (acción 6) que el proceso de autorización debe simplificarse para mejorar la viabilidad del proceso de autorización. Es probable que la simplificación de las solicitudes de las denominadas “piezas de recambio heredadas” tenga lugar en 2021. Sin embargo, abordar las dificultades relacionadas con las solicitudes que abarcan a múltiples operadores ha resultado ser todo un reto. Con la salvedad de que no siempre es obvio determinar cuándo una solicitud es “ascendente” o “descendente”, la proporción de solicitudes ascendentes se ha reducido considerablemente desde el inicio del proceso de solicitud (en 2013 se presentaron un 90% de solicitudes ascendentes para 30 usos, mientras que en 2019 la ratio bajó a un 24% para 115 usos).

Varias razones pueden haber contribuido a la reducción de la popularidad de las solicitudes “upstream”. Teniendo en cuenta las mayores incertidumbres que conllevan, los períodos de revisión recomendados en los dictámenes de la ECHA sobre usos similares han sido, por lo general, más cortos para las solicitudes previas que para las posteriores. Además, algunas solicitudes “previas” importantes han tardado mucho tiempo en obtener una decisión, lo que -según la información recibida de los solicitantes “posteriores”- ha creado incertidumbre comercial, en particular para los usos del cromo hexavalente.

En el futuro, será importante garantizar la viabilidad del sistema de solicitud “ascendente”. La directriz de la ECHA sobre cómo solicitar la autorización recomienda una “estrategia de solicitud en dos niveles”. Esta estrategia se utilizó parcialmente en las solicitudes de octil y nonilfenoles etoxilados (OPE y NPE), en las que los formuladores solicitaron para su propio uso (por ejemplo, la fabricación de pruebas/kits de DIV), así como para el uso de las pruebas/kits de DIV por parte de miles de hospitales y laboratorios.

A partir de esta experiencia, se puede concluir que el funcionamiento de un sistema de solicitud previa depende crucialmente de una buena comunicación en la cadena de suministro, desde los usuarios hasta los fabricantes e importadores de una sustancia. Esta comunicación debe garantizar que las descripciones precisas de las medidas de gestión del riesgo y las condiciones operativas necesarias para reducir las exposiciones y las emisiones de las SEP lleguen a los usuarios intermedios. Además, la comunicación debería dar lugar a un mejor análisis de la viabilidad técnica y económica de las alternativas y a una mejor inclusión de la experiencia de los proveedores alternativos en la preparación de las solicitudes. Estas medidas mejorarían la base de información tanto para la preparación como para la evaluación de las solicitudes de autorización y, por tanto, reducirían la carga global del sistema de autorización.

  • Sustitución de sustancias preocupantes por alternativas más seguras

Un objetivo central del título de autorización del REACH es incentivar a las empresas a sustituir las sustancias preocupantes. Según el reciente estudio de la ECHA sobre el impacto de la restricción y la autorización de REACH en la sustitución en la UE, el 25 % de las empresas encuestadas indicaron que habían iniciado actividades de sustitución en el momento en que la sustancia se añadió oficialmente a la lista de sustancias candidatas.

Aproximadamente el mismo número de encuestados (27 %) situó el origen de las actividades de sustitución en la inclusión de las sustancias en la lista de autorización, mientras que el 17 % de las empresas supuestamente comenzó sus actividades de sustitución en algún momento del proceso de solicitud de autorización. En general, en aproximadamente el 65 % de los casos, las actividades de sustitución se iniciaron después de la inclusión de la sustancia en la lista de autorización.

  • Sustancias para las que no han recibido solicitudes de autorización.

En diciembre de 2020, la lista de autorización incluía 54 sustancias o grupos de sustancias extremadamente preocupantes. Como ya comentamos con anterioridad, para 43 sustancias la ECHA debería haber recibido solicitudes de autorización, ya que la fecha límite de solicitud había pasado. Para 15 de las 43 sustancias (el 35 %), la ECHA no había recibido ninguna petición en la última fecha de solicitud.

En febrero de 2020, la Comisión Europea añadió 11 sustancias a la lista de autorización. Según sus previsiones, la ECHA no esperaba recibir solicitudes para nueve de estas sustancias. En el caso de dos sustancias recién añadidas -el fosfato de trixilo (número CE 246-677-8) y el UV-328 (número CE 247-384-8)-, la ECHA recibió indicaciones de que podrían presentarse algunas solicitudes de autorización. Si se juntan estos resultados, cabe esperar que para 24 de las 54 sustancias (el 44 %) no se presenten solicitudes, lo que sugiere que estos usos se sustituyeron como resultado de la inclusión en la lista de autorización (o antes) o simplemente cesaron.

Para las 28 sustancias restantes, la ECHA había recibido 217 solicitudes para 346 usos hasta diciembre de 2020. En particular, algunos titulares de autorizaciones no volvieron a presentarlas tras la expiración de su autorización. En otros casos, los solicitantes han declarado que las autorizaciones se han solicitado para continuar el uso de una SEP temporalmente hasta que se disponga de alternativas adecuadas. Cuando se desarrollan alternativas adecuadas, las empresas suelen eliminar gradualmente el uso de una SEP. De los 270 usos para los que se adoptó un proyecto de dictamen hasta diciembre de 2020, 64 usos (el 24 %) se consideraron solicitudes “puente”.

Incluso cuando se presenta una solicitud “puente”, es posible que los titulares de la autorización no consigan sustituirla; por ejemplo, porque el trabajo de investigación y desarrollo realizado con la alternativa identificada no dio lugar al rendimiento deseado. Una forma de averiguar si los solicitantes consiguieron sustituir (o dejar de usar la sustancia) es ver si presentaron un informe de revisión. La ECHA sólo recibió informes de revisión para 8 de las 24 autorizaciones concedidas que habían expirado o estaban a punto de expirar en diciembre de 2020. Esto significa que el 97 % de los volúmenes autorizados de SEP ya no se utilizan en la UE.

Conclusiones del estudio

Haciendo un balance de las solicitudes de autorización recibidas y evaluadas hasta ahora, el sistema de autorización ha tenido repercusiones socioeconómicas a varios niveles. Los requisitos de autorización reducen los riesgos que suponen las SEP para los trabajadores y la población en general, al tiempo que permiten a la industria europea seguir utilizando las SEP cuando no es posible sustituirlas.

Las condiciones establecidas en las decisiones de autorización también reducen las emisiones relacionadas con los usos autorizados de las SEP, y éstas se ven reforzadas por los efectos dinámicos que aporta el requisito de revisión del sistema de autorización.

El sistema de autorización ha supuesto costes tanto para los solicitantes como para las autoridades reguladoras. Por otra parte, como también se indicó en el reciente informe de la ECHA sobre el impacto de las autorizaciones y restricciones del REACH sobre las sustituciones, el requisito de autorización ha sido un motor para que la industria sustituya las SEP por sustancias y tecnologías alternativas. De este modo, el sistema también ha promovido la innovación y el crecimiento de productores alternativos.

Al examinar los beneficios sociales de la autorización del uso continuado de las SEP y los riesgos restantes que se derivan de estos usos, se pueden extraer las siguientes conclusiones:

  • Las reducciones de riesgos conseguidas gracias a la mejora de las medidas de gestión de riesgos y de las condiciones operativas, tal y como recomiendan los comités científicos de la ECHA, han reducido sustancialmente la exposición de los trabajadores y de la población en general a las sustancias químicas nocivas. La reducción de riesgos relacionada con el cromo hexavalente y el plastificante DEHP es especialmente destacable.
  • El sistema de autorización ha contribuido a reducir la carga de las enfermedades profesionales en la UE, reforzando así la legislación sobre seguridad y salud en el trabajo.
  • En las solicitudes de autorización recibidas y analizadas, los beneficios superaron los riesgos restantes para la salud humana. Los comités científicos de la ECHA estimaron que los beneficios anuales (8.700 millones de euros) de la autorización -para permitir el uso continuado de las SEP cuando no se dispone de alternativas técnica y económicamente viables- serían unas 20 veces superiores a los riesgos restantes para la salud.
  • En las solicitudes de autorización de disruptores endocrinos ambientales -octil y nonilfenoles etoxilados- se calcularon los beneficios anuales en 6.100 millones de euros. Se preveía que las emisiones restantes al medio ambiente se reducirían en más de un 90% durante la próxima década, pasando de unas 10 a 0,7 toneladas anuales.
  • Además de los octilos y nonilfenoles etoxilados, el sistema de autorización ha demostrado su capacidad para abordar las emisiones al medio ambiente. Esto es especialmente importante en lo que respecta al uso de brea de alquitrán de hulla de alta temperatura que se utiliza como componente, por ejemplo, de platos de tiro al plato, donde las emisiones actuales siguen siendo de cientos de toneladas al año.
  • Aunque el informe presente dos casos de sustitución de SEP, como son la sustitución del perborato de sodio por el percarbonato de sodio y la sustitución de trióxido de arsénico (utilizado para la fabricación del famoso vidrio de Murano) por una mezcla de trióxidos de antimonio y nitrato o carbonatos de metales alcalinos, la ECHA reconoce no poder informar sistemáticamente sobre sustitución exitosa de una SEP por una sustancia menos nociva, porque rara vez le llega esta información.
  • Se han analizado por primera vez los efectos dinámicos del sistema de autorización. Por ejemplo, debido a la sustitución y a la menor necesidad de utilizar la sustancia, los primeros 24 titulares de autorizaciones informaron de que, en general, el volumen de uso de las sustancias sujetas a autorización había disminuido un 97 % en la fase de revisión.
  • Por término medio, los comités científicos de la ECHA han recomendado a la Comisión Europea períodos de revisión que son 2,7 años más cortos que los propuestos por los solicitantes. En la mitad de los usos evaluados, se recomendaron condiciones adicionales y/o disposiciones de seguimiento.
  • La exigencia de autorización también puede provocar la deslocalización, cuando el uso de la sustancia continúe fuera de la UE. Sin embargo, es difícil saber con certeza si el requisito de autorización fue la causa de la deslocalización.

Este informe pone de manifiesto que, a pesar de los retos pendientes, el sistema de autorización del REACH no ha obstaculizado el funcionamiento del mercado interior de la UE al autorizar la continuación de los usos de SEP, cuando no se dispone de alternativas adecuadas a estos usos. El requisito de obtener una autorización ha conducido, en muchos casos, a la sustitución de SEP alternativas adecuadas, cuando éstas son técnica y económicamente viables, tal y como recoge el informe de la ECHA “Impactos de la restricción y autorización de REACH en la sustitución en la UE” de julio de 2020  y también ha disminuido los riesgos para la salud del uso continuado de ciertas SEP y ha reducido las emisiones de otras.

Sin embargo, el propio informe reconoce adolecer de informaciones que permitan una trazabilidad tanto de los usos en ascendente como en descendente de las SEP, así como de la deslocalización del uso de las mismas para evitar la autorización por parte de empresas globalizadas, así como de casos de éxito por sustitución por otras soluciones más seguras.

La sustitución de productos químicos y procesos de fabricación perjudiciales puede ser beneficiosa para las empresas. No solo puede ayudar a reducir las emisiones al medio ambiente y disminuir el impacto en la salud de los trabajadores y los consumidores, sino que también puede tener beneficios directos para la reputación e imagen de las empresas, ya que los clientes buscan cada vez más productos y servicios más sostenibles y ecológicos. El Green Washing es cada vez más fácil de desvelarse e incluso hay países y directrices de la UE que plantean normativas para penalizarlo. Por ello, la sustitución debe situarse en el centro de cualquier actividad comercial de las empresas innovadoras con una mentalidad más ecológica. En el contexto del “Green Deal”, alejarse de las sustancias nocivas se está convirtiendo en una parte cada vez más integral de las políticas empresariales y en el camino hacia un futuro sostenible y próspero.

Alexandra Farbiarz Mas

Estrategias de Economía Circular de Suecia y España

La Estrategia de Economía Circular de Suecia

 La política ambiental de Suecia se fundamenta en una meta generacional que se define de este modo: “Entregar a la próxima generación una sociedad en la que se hayan resuelto los principales problemas ambientales, sin aumentar los problemas ambientales y de salud fuera de las fronteras de Suecia”. Esta meta generacional de la política ambiental sueca proporciona la orientación para el trabajo ambiental en todos los niveles de la sociedad. También la de la Estrategia de Economía Circular.

La estrategia sueca de economía circular  tiene una visión: alcanzar “Una sociedad en la que los recursos se utilicen de manera eficiente en flujos circulares no tóxicos, reemplazando los materiales vírgenes.”

Para Suecia, un país pequeño y dependiente de las exportaciones, la UE y el contexto internacional son importantes para el mercado de los productos y servicios circulares suecos. Es por ello que reconoce la normativa europea como elemento clave para pasar a una economía circular con ciclos de materiales no tóxicos y eficientes en el mercado único de la UE.

En este sentido, señalar que Suecia lidera, junto con Uruguay, la Alianza de Alta Ambición sobre Productos Químicos y Residuos, que depende del Programa Estratégico de Gestión de Productos Químicos de Naciones Unidas.

La estrategia de economía circular sueca, de la que recientemente se publicó su versión en inglés, se basa en 4 grandes focos, que prevén desarrollarse mediante distinto tipo de acciones:

 

1-      Economía circular a través de la producción sostenible y el diseño de productos.
  • Promover una información clara y accesible sobre el contenido, el origen y el impacto ambiental de los productos y sobre cómo pueden reciclarse o gestionarse.
  • Dirigirse hacia una situación en la que los productos están diseñados para tener una larga vida útil, facilitando su reutilización y reparación, y permitiendo el reciclaje cuando ya no se puedan utilizar.
  • Promover un mayor uso de materiales reciclados no tóxicos en los nuevos productos. Para ello se contempla introducir el requisito de que se incluya una cierta cantidad de material reciclado en el producto (obligación de cuota). En este sentido, la Agencia de Protección Ambiental de Suecia tiene el encargo del Gobierno de analizar y presentar propuestas, a más tardar el 1 de diciembre de 2021, de grupos de productos o flujos de materiales para introducir obligaciones de cuotas para el uso de materias primas recicladas.
  • Desarrollar instrumentos económicos a largo plazo basados en el principio de “quien contamina paga”, de modo que el coste de los materiales y productos incluya también el coste de su impacto ambiental y climático.
  • Estimular el desarrollo de procesos de producción más eficientes en cuanto a recursos y energía.
  • Promover el desarrollo de la bioeconomía de Suecia para que las materias primas de base biológica, renovables y producidas de manera sostenible puedan sustituir a las materias primas de origen fósil en los productos y procesos de producción.
  • Promover la elaboración de normas que apoyen el diseño de productos eficientes en cuanto a recursos, circulares y no tóxicos.
2-      Economía circular a través de formas sostenibles de consumo y uso de materiales, productos y servicios.
  • Mejorar la información al consumidor para facilitarle la toma de decisiones sostenibles y circulares en su vida cotidiana.
  • Examinar la forma en que se puede promover una economía de reparto con modelos comerciales circulares destinados a aumentar la vida útil, la reutilización y la capacidad de reparación de los productos, teniendo en cuenta los intereses de los consumidores.
  • Crear las condiciones para una mayor oferta y demanda de servicios para su reutilización, reparación y uso compartido haciendo que sea simple y rentable para los operadores de negocios y los particulares compartir, reparar y reutilizar los productos.
  • Contribuir a la eficiencia de los recursos, el reciclaje y los modelos comerciales circulares mediante la contratación pública.
3-      Economía circular a través de ciclos de materiales no tóxicos y circulares.
  • Promover la reutilización de los productos antes del reciclaje y la gestión de otros residuos.
  • Dirigirse hacia una situación en la que las materias primas fósiles sean sustituidas por materias primas renovables y de base biológica, sin ningún impacto negativo en la biodiversidad y otros servicios de los ecosistemas.
  • Desarrollar la clasificación de los residuos para que más residuos puedan ser reciclados.
  • Facilitar a los hogares, empresas y servicios deshacerse de todos sus residuos separados en origen de una manera sencilla.
  • Promover la expansión de una capacidad de reciclaje bien desarrollada que pueda gestionar los residuos separados en origen en Suecia.
  • Dirigirse hacia una situación en la que los residuos se gestionen en ciclos de materiales no tóxicos y circulares y en la que se aumente la oferta, la demanda y el uso de materias primas secundarias de alta calidad.
  • Prohibir el uso de sustancias altamente preocupantes así como algunas otras sustancias/químicos que pueden causar graves daños a la salud humana y al medio ambiente, aunque en la legislación sobre productos químicos no tengan esa consideración.
  • Establecer requisitos elevados y equivalentes para materiales vírgenes no tóxicos y reciclados.
  • Asegurar que se dispone de información sobre el contenido de las problemáticas en productos y materiales para facilitar su reciclaje seguro.
  • Mejorar el conocimiento de los flujos de materiales en la sociedad.
4-      La economía circular como fuerza motriz del sector empresarial y de otros agentes mediante medidas para promover la innovación y los modelos empresariales circulares.
  • Diseñar instrumentos políticos que contribuyan a modelos de negocio circulares rentables.
  • Diseñar instrumentos políticos que contribuyan a aumentar la oferta y la demanda

para productos y servicios circulares, de reutilización y materiales reciclados.

  • Aumentar la eficiencia del examen de las solicitudes de permisos ambientales, manteniendo la misma protección del medio ambiente, para acelerar el desarrollo y el establecimiento de la producción sostenible mediante nuevas innovaciones circulares y tecnológicas de vanguardia.
  • Promover la investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico en áreas como el reciclaje, la digitalización y la trazabilidad para facilitar modelos de negocio circulares y un uso más eficiente y circular de los recursos de la sociedad.
  • Fortalecer el clima de innovación y de negocios para que las empresas más circulares puedan crecer y ofrecer sus productos y servicios tanto para el mercado sueco como para la exportación.

Para cada uno de estos cuatro grandes focos, la estrategia hace una correlación con los objetivos de desarrollo sostenible 2030 que se pretenden alcanzar.

La estrategia también destaca los flujos de materiales prioritarios a tratar que establece el plan de acción circular de la UE y que son los plásticos, los textiles, las materias primas renovables y de origen biológico, la comida, el sector de la construcción, incluidos los residuos de la construcción y la demolición, y los metales y minerales críticos para la innovación.

Finalmente, la estrategia se cierra con los actores más importantes con los que va a contar para llevar a cabo la misma y que son los siguientes:

  • Esfera política:
    • El Gobierno.
    • El Parlamento sueco, responsable de determinar los gastos e ingresos del presupuesto del gobierno central.
  • Sector de los negocios:
    • Colaboración público-privada con todo el sector empresarial (PYMES y grandes empresas).
    • La Delegación para la Economía Circular, órgano asesor del Gobierno encargado de ser un centro de conocimientos y una fuerza de coordinación para la transición del sector empresarial a una economía circular; también identifica los obstáculos y actúa como catalizador.
    • “Suecia libre de fósiles”, que reúne a los representantes de la industria para formular compromisos con la industria y determinar las medidas que el Gobierno debe adoptar.
    • El programa de la asociación estratégica de innovación del Gobierno para la Transición climática en el sector empresarial, que reúne a personas clave del sector empresarial, académico, la sociedad civil y el sector público para contribuir a una acción conjunta para encontrar soluciones que contribuyan a la transición climática y al objetivo climático sueco para 2045 adoptado por el Parlamento mediante la transición a una economía circular.
    • El Consejo Nacional de Innovación, órgano consultivo del Gobierno encargado de utilizar la innovación para aportar soluciones a los principales problemas sociales y trabajar por una Suecia competitiva y sostenible a largo plazo.
    • El Comité de Innovación y Ética Tecnológica, que trabaja para crear buenas condiciones para la innovación y la competitividad, y, a su vez, en que el desarrollo y la difusión de la nueva tecnología sea segura y con una perspectiva social a largo plazo.
  • Sector público:
    • La agencia de protección ambiental sueca.
    • La agencia química sueca.
    • La agencia Sueca de Crecimiento Económico y Regional.
    • La Agencia Sueca de Sistemas de Innovación.
    • La Agencia Nacional para la Contratación Pública.
    • La Agencia Sueca de la Energía.
    • La Agencia Sueca del Consumo.
    • El Consejo Sueco de Investigación para el Medio Ambiente, Ciencias Agrícolas y Planificación Espacial.
    • Las universidades e institutos de investigación que realizan investigaciones que pueden contribuir a una transición circular, como el Instituto Sueco de Investigación Ambiental IVL, la Real Academia Sueca de Ciencias, los Institutos de Investigación de Suecia AB, el Instituto de Investigación Forestal de Suecia y el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo.
    • Los municipios
  • Sociedad civil y particulares.

 La Estrategia de Economía Circular de España

La estrategia española de economía circular, presentada en junio de 2020, poco tiempo después que lo hiciera la sueca, gira en torno a 5 ejes:

  • Producción.
  • Consumo.
  • Gestión de residuos.
  • Materias primas secundarias.
  • Reutilización y depuración del agua: se incorpora como un eje singularizado debido a la importancia que tiene el agua en la península ibérica.

Incorpora, además, 3 líneas de actuación:

  • Sensibilización y participación.
  • Investigación, innovación y competitividad.
  • Empleo y formación.

Una diferencia relevante con la estrategia sueca, es que la española establece objetivos cuantitativos para alcanzar de aquí al 2030:

  • Reducir en un 30% el consumo nacional de materiales en relación con el PIB, tomando como año de referencia el 2010.
  • Reducir la generación de residuos un 15% respecto de lo generado en 2010.
  • Reducir la generación residuos de alimentos en toda cadena alimentaria: 50% de reducción per cápita a nivel de hogar y consumo minorista y un 20% en las cadenas de producción y suministro a partir del año 2020.
  • Incrementar la reutilización y preparación para la reutilización hasta llegar al 10% de los residuos municipales generados.
  • Mejorar un 10% la eficiencia en el uso del agua.
  • Reducir la emisión de gases de efecto invernadero por debajo de los 10 millones de toneladas de CO2 equivalente.

Otra diferencia son los indicadores que establece la Estrategia para evaluar la implantación de la misma:

  • Para producción y consumo se tendrán en cuenta la autosuficiencia en materias primas, la contratación pública y ecológica, la generación de residuos y los residuos alimentarios generados.
  • En relación a la gestión de residuos, los indicadores son las tasas globales de reciclaje y las tasas de reciclado específicas de flujos de residuos.
  • Respecto a las materias primas secundarias se considerará la contribución de los materiales reciclados a la demanda de materias primas y el comercio de materias primas reciclables.
  • Finalmente, en cuanto a la competitividad y la innovación, los indicadores serán las inversiones privadas, empleo y valor añadido bruto, por un lado, y las patentes relacionadas con la gestión de residuos por el otro.
  • Además, en cada uno de los planes de acción trienal que deriven de la Estrategia, se incorporará la con­tribución a la reducción de emisiones de GEI tanto directas como indirectas de las líneas de actuación incluidas en el plan correspondiente.

Respecto a los sectores prioritarios a trabajar, la estrategia española se focaliza en la construcción y la demolición, el sector agroalimentario, pesquero y forestal, la industria en su conjunto, bienes de consumo, turismo y textil y confección.

En cuanto a los actores que intervendrán en la Estrategia, en España se prevé que sea:

    • Comisión Interministerial de Economía Circular, formada por aquellos Minis­terios cuyas políticas tienen un impacto directo en la transición hacia una economía circular. La Comisión contará con un Comité Ejecutivo en el que participarán los ministerios coproponentes de esta Estrategia Española de Economía Circular, al objeto de coordinar y realizar un seguimiento continuo de la Estrategia y sus planes de acción. La Comisión Interministerial de Economía Circular se reunirá en sesión plenaria al menos una vez al año.
    • Grupo de trabajo de economía circular de la comisión de coordinación de residuos. Este grupo de trabajo está compuesto por representantes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD) y del resto de la Administración General del Estado presente en la Comisión de coordinación en materia de residuos, de las CC.AA. y de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
    • Consejo de Economía Circular: en este Consejo participarán los agentes sociales, agentes económicos de los sectores primario, secundario y terciario, gestores de residuos y sistemas de responsabilidad ampliada del productor, así como consumidores y organismos y centros de investigación que impulsen la I+D+i, a propuesta del Comité Ejecutivo de la Comi­sión Interministerial.

Conclusiones

La Estrategia de Economía Circular Española parece centrarse mucho más en el qué se quiere lograr con la misma, de forma incluso bajo forma de objetivos cuantitativos, mientras que la sueca parece centrarse mucho más en el cómo llevarlo a cabo.

En la Estrategia española existe el diferencial de la prioridad de la reutilización y depuración del agua, habida cuenta que es un recurso cada vez más escaso. En el país nórdico, sin embargo, se pone especial atención en la evitación de generación de productos y residuos con tóxicos, de los que apenas se habla en la española. En la estrategia sueca los actores implicados están mucho más detallados que en la española.

La Economía Circular es una economía en plena gestación. En 2019 y según datos del Eurostat, la tasa de uso de material circular era del 11,9% de media, con grandes diferencias entre los estados miembros de la UE. En el caso de España era del 10,2% y el de Suecia del 7%.

Tal como recoge el nuevo Plan de Acción Circular de la UE:

En consonancia con el Pacto Verde Europeo y la Estrategia anual de crecimiento sostenible (2020), la Comisión reforzará el seguimiento de los planes y medidas nacionales con el fin de acelerar la transición hacia una economía circular dentro del proceso de reorientación del ciclo del Semestre Europeo para dar mayor cabida a la dimensión de sostenibilidad y ampliarla.

Otra de las actividades de la Comisión en este contexto será la actualización del marco de seguimiento para la economía circular. Basados en la medida de lo posible en las estadísticas europeas, una serie de indicadores nuevos tomarán en consideración los aspectos más importantes del presente Plan de acción y las relaciones entre la circularidad, la neutralidad climática y la aspiración a una contaminación cero. Al mismo tiempo, los proyectos desarrollados al amparo de Horizonte Europa y los datos de Copernicus mejorarán los parámetros de medición de la circularidad en varios niveles aún no reflejados en las estadísticas oficiales.

Se seguirán desarrollando los indicadores sobre el uso de recursos, en particular huellas de consumo y de materiales, que cuantificarán el consumo de materiales y las repercusiones ambientales de nuestras pautas de producción y consumo y se asociarán al proceso de seguimiento y evaluación de los avances hacia la disociación entre crecimiento económico y uso de recursos y sus efectos dentro y fuera de la UE. ”

Es muy probable que estas primeras estrategias nacionales vayan cambiando en los próximos años y se lleguen a homogeneizar y concretar un poco más los ejes y mediciones para llevar a cabo la transición hacia una economía circular de forma efectiva. Convendría también una mayor presencia de especialistas en materia de circularidad en las administraciones con competencia en materias económicas, para poder dar respuesta a las obligaciones europeas. Pero, mientras tanto, habrá que ver cómo evolucionarán y qué implicaciones conllevará a nivel económico, legislativo, social y ambiental estas primeras estrategias.

 

Alexandra Farbiarz Mas

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